Los individuos que componen una sociedad, suelen compartir determinados
patrones de conductas. De esta manera, encontramos distintos patrones
conductuales que se encuentran fragmentados hacia determinados grupos dentro de
la sociedad. Este mismo tipo de fragmentación conductual, lo observamos en la
política. Es decir, en las sociedades nos podemos encontrar a grupos de
individuos que siguen unas mismas pautas conductuales con respecto a la
política. En este sentido, es posible encontrarnos dentro de las sociedades, a
grupos de individuos que adoptan y expresan determinadas ideas, pensamientos,
actitudes y comportamientos hacia la política. Este conjunto de ideas,
actitudes y comportamientos es definido como la cultura política de una
sociedad; “La cultura política es, por tanto, el atributo de un conjunto de
ciudadanos que siguen una misma pauta de orientación o actitudes ante la
política.” (Vallé; 2007:264). Por lo tanto, así como la cultura de una
sociedad, entendida como el conjunto de conocimientos, creencias, valores,
normas, tradiciones, mitos, rituales y costumbres, es determinante en el
comportamiento social de los individuos, de igual manera, la cultura política entendida
como el conjunto de conocimientos, creencias, valores, normas, tradiciones,
mitos, rituales y costumbres compartidas por los miembros de una sociedad o
grupo social hacia la política, es determinante en el comportamiento de los individuos hacia la política
(Duarte Moller y Jaramillo Cardona; 2009:147).
Almond y Verba (SF:180), nos
define la cultura política de una
sociedad, como el conjunto de orientaciones y posturas que adoptan los
individuos hacia el sistema político y sus elementos, así como también las
aptitudes relacionadas a las funciones que cumple el individuo dentro de dicho
sistema. De esta manera, vamos a tener distintas pautas de orientación
individual hacia los elementos que forman parte del sistema político de una
sociedad. Almond y Verba (Ibídem), no
solamente nos van a definir la cultura política de una nación como la
particular distribución entre sus miembros de las pautas de orientación hacia
los objetos políticos, sino también van a definir y especificar tanto los modos
de orientación política, así como las clases de objetos políticos. Entre las
orientaciones políticas, tenemos orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas; las primeras se refieren a los conocimientos
y creencias acerca del sistema político y sus incumbentes; por su parte las
afectivas hacen referencias a los sentimientos acerca del sistema político, sus
funciones y logros; mientras que en las orientaciones evaluativas tenemos los
juicios y opiniones sobre los objetos políticos. Entre los objetos de
orientación política, Almond y Verba (Ibídem) nos mencionan, primeramente las
orientaciones hacia los objetos del sistema político, en donde tenemos sentimientos
como el patriotismo o el desprecio por lo propio, las valoraciones de una
nación como grande, pequeña, fuerte o débil, así como también la valoración del
sistema político como democrático, constitucional o socialista. De igual
manera, nos mencionan las orientaciones hacia uno mismo como elemento político
activo y el sentido de competencia personal confrontado con el sistema
político. Mientras que, en los referente a los elementos que
componen un sistema político, los mismos autores (Op. Cit:181) nos presenta
tres amplias categorías de objetos: 1) roles o estructuras específicas,
tales como cuerpos legislativos, ejecutivos o burocráticos; 2) titulares de
dichos roles, como lo son monarcas, legisladores y funcionarios, y 3) principios
de gobierno, decisiones o imposiciones de decisiones públicas y
específicas. Estas estructuras pueden clasificarse, tomando en cuenta si
pertenecen o no, al proceso político o al proceso administrativo: Por proceso
político entendemos la corriente de demandas que va de la sociedad al sistema
político y la conversión de dichas demandas en principios gubernativos de
autoridad. Entre las estructuras que pertenecen al sistema político, tenemos
los partidos políticos, los grupos de intereses y los medios de comunicación, por
su parte los procesos administrativos son aquellos aplicados o impuestos por
los principios de autoridad del gobierno. Las estructuras predominantemente
implicadas en este proceso incluirían las burocracias y los tribunales de
justicia (Op. Cit: 181). En este sentido, según Almond y Verba (Op. Cit:182),
la orientación política de un individuo puede ser comprobada sistemáticamente
si analizamos los siguientes extremos: ¿Qué conocimientos posee de su nación y
de su sistema político en términos generales, de su historia, situación,
potencia, características «constitucionales» y otros temas semejantes? ¿Cuáles
son sus sentimientos hacia estas características? ¿Cuáles son sus opiniones y
juicios, más o menos meditados sobre ellas? ¿Qué conocimientos posee de las
estructuras y roles de las diferentes élites políticas y de los principios de
gobierno implicados en la corriente superior de la función política activa?
¿Cuáles son sus sentimientos y opiniones sobre estas estructuras, los
dirigentes políticos y los programas de gobierno? ¿Qué conocimientos tiene de
la corriente inferior de la imposición política, de las estructuras, individuos
y decisiones implicados en estos procesos? ¿Cuáles son sus sentimientos y
opiniones sobre ellos? ¿Cómo se considera a sí mismo en cuanto miembro de su
sistema político? ¿Qué conocimiento tiene de sus derechos, facultades,
obligaciones y de la estrategia a seguir para tener acceso a la influencia
política? ¿Qué piensa acerca de sus posibilidades? ¿Qué normas de participación
o de ejecución reconoce y emplea al formular juicios políticos u opiniones?
Dependiendo de los distintos tipos de
orientaciones políticas que observemos entre los individuos, vamos a tener distintos
tipos de cultura política. Eleazar Ramos Lara (2006:33), no presenta varios
tipos de cultura política, en el que tenemos primeramente, el concepto de “cultura política parroquial”
caracterizada por a) un desconocimiento del entramado institucional del sistema
político y sus funciones gubernamentales, b) permanecen al margen de la toma de
decisiones publica, y c) desconocen los costos y beneficios de las políticas
públicas; esto ocurre cuando las orientaciones políticas de los ciudadanos son
vagas, constreñidas al espacio local, caracterizada por un bajo nivel de conocimiento
del sistema en su conjunto. Mientras que cuando los individuo son conscientes
de la existencia de un gobierno central y la respuestas a sus demandas, aunque
sin embargo, no sabe cómo influir en la toma de decisiones colectivas, lo cual
conlleva a una participación cívica baja, es entonces cuando tenemos una “cultura política subordinada o de súbditos”, es decir cuando los ciudadanos poseen
información sobre la estructura institucional del sistema político aunque no
participan en el proceso de toma de decisiones ni en la formulación de
demandas, además de ser pasivos frente a los mecanismos de reproducción del
poder político y presentar un fuerte abstencionismo en los procesos
electorales; son conscientes de los beneficios de las políticas públicas, sin
embargo, los esperan de forma paternal o providencial (Ibidem). De igual
manera, tenemos el término de “cultura
política cívica o participante”, que son aquellos ciudadanos que se
distingues por conocer perfectamente cómo opera el sistema político, sus
respuestas y además saben cómo organizarse y participar activamente para
incidir en las políticas aplicadas por el Estado; aquí los ciudadanos no
solamente poseen información sobre la estructura institucional del sistema
político, sino también, se involucran y
participan activamente en el proceso de formulación de demandas y en la toma de
decisiones y forman parte de los mecanismos de reproducción del poder político,
acuden a las urnas en los procesos electorales y son conscientes de los
beneficios de las políticas públicas, los cuales coadyuvan a obtener de manera
activa (Oc. Cit. 34). De esta manera, podemos asociar estos distintos tipos de
cultura política con sus respectivos régimen políticos, así por ejemplo tenemos
que la “cultura política subordinada o de
súbdito” la identificamos con los regímenes autoritarios, mientras que la “cultura política cívica o participante”,
la tenemos como condición y soporte de los regímenes democráticos, sin embargo,
debemos aclarar que no siempre podemos esperar estas combinaciones y de igual
manera es posible tener combinaciones, como por ejemplo “subordinada-participante” o “parroquial-participante”
etc. (Ibídem). En este sentido, tenemos que aquellos elementos que forman parte
de una cultura política, lo vamos a encontrar reflejados en las distintas
manifestaciones y participación de los ciudadanos hacia la política: “En
términos generales, el conjunto de elementos cognoscitivos y valorativos que
determinan el perfil de la cultura política se ve reflejado de manera directa
en las modalidades de la participación ciudadana y en la percepción que ésta
tiene sobre la política.” (Gutiérrez; 2007:64).
La cultura política de una sociedad, no
siempre coincide con el régimen político. Pueden existir casos en el que una
determinada cultura política, pueda expresar determinadas ideas acerca de cómo
debe funcionar el sistema político, que sin embargo, no son compartidas ni
manifestadas por el régimen político de esa sociedad ni por el funcionamiento
de la estructura. En estos casos, nos encontramos ante un estado latente de
inestabilidad política y social, que puede generar desde protestas, cambio de
régimen político, revoluciones y hasta guerras civiles. Estos casos suceden principalmente
cuando tenemos una cultura política mixta, que es, en donde vamos a encontrar
esta tendencia a la inestabilidad (Almond y Verba; SF:187). En una sociedad, es
posible encontrarnos con diferentes ideas y pensamientos acerca de cómo debe
funcionar la política y sus elementos que no siempre coinciden entre sí, es así
como vamos a tener distintos tipo de cultura política dentro de una misma
sociedad; “Ahora bien, en una sociedad
compleja no existe una cultura política homogénea, sino que se dan en su
interior un conjunto de subculturas políticas que dan origen a comportamientos políticos
diferenciados.” (Bobbio. Citado en: Duarte Moller y Jaramillo Cardona;
2009:148). En este sentido, al tener una cultura política mixta, en donde vamos
a tener distintos tipos de ideas, creencias y aptitudes de los individuos hacia
la política y sus funciones y que a su vez pueden ser antagónicas, con lo cual se
puede llegar a un estado de confrontación o guerras civiles por cambiar el
sistema político hacia estas ideas y creencias acerca de cómo debe funcionar el
sistema político. Aunque de igual manera, podemos mencionar que una cultura
política que no coincida con el tipo de régimen, puede estabilizarse para después
llegar a coincidir con el régimen político o por el contrario, puede darse el
caso que la cultura política, influya en el cambio de régimen político;
El
proceso evolutivo de una cultura política puede estabilizarse en un punto
concreto antes de llegar a la congruencia, con una estructura autoritaria
centralizada u otra democrática; o bien el desarrollo puede tomar una dirección
parecida a la de Inglaterra, donde una pauta continua y lenta de evolución
cultural fue acompañada por continuos cambios correspondientes en la
estructura. (Almond y Verba; SF: 187).
El hecho que, la cultura política de una sociedad no coincida con el
régimen político, nos dice que no existe una continuidad entre cultura política
y régimen político, ni tampoco con el funcionamiento de la estructura política;
es decir la cultura política no crea ni al régimen político, ni a la estructura
política que es donde descansa este último. La estructura política es creada
por una cultura, pero no por la cultura política de sus ciudadanos, sino más
bien por la cultura de los grupos que detentan el poder, la cual no
necesariamente tiene que coincidir con la cultura política de los ciudadanos;
las normas, leyes, constituciones, ideologías, formas de gobierno, gestión
gubernamental, distribución de los recursos, aplicación de la ley y demás
elementos que forman parte del sistema político, funciona y está determinado por
la ideas, pensamientos, creencias y conocimientos de aquellos individuos que
detentan el poder. La cultura política de una sociedad pertenece a un conjunto
más amplio, que es la del conjunto de ideas, pensamientos, creencias, aptitudes
y modos de comportamiento que son producidos por una sociedad. Todo ese conjunto
de pensamientos, ideas, creencias, aptitudes y comportamientos que adoptan los
individuos hacia la política, forman parte de un sistema de relaciones que les
da vida y sentido; “En cualquier caso, conductas, ideas y valores relacionados
con los procesos electorales que ahora tan poderosamente llaman nuestra
atención, son sólo parte de un universo mucho más comprensivo y en buena medida
explicable desde este conjunto mayor.” (Krotz; 1999:12). En este sentido, la
cultura política de una sociedad no va funcionar de manera aislada ni autónoma,
sino más bien cada una de sus expresiones, son una parte de todo el conjunto de
pensamientos, ideas, creencias, aptitudes y comportamientos que son producidos
por una sociedad. En este sentido, tenemos que todas las ideas, creencias,
pensamientos, aptitudes y comportamientos que adoptan los individuos hacia la
política, son producidos por el mismo sistema que ha producido las ideas, creencias,
aptitudes y comportamientos que adoptan los individuos de una sociedad. La
cultura política es una de las diversas culturas que produce una sociedad, es
decir uno de los tantos modos de comportamientos, ideas, creencias,
pensamientos, aptitudes y costumbres que produce una sociedad e impone a sus
individuos:
La cultura política de cualquier sociedad es
en parte producto de su cultura general. La cultura incorpora todas las
influencias –históricas, religiosas, étnicas, políticas- que afectan los
valores y las actitudes de una sociedad. La cultura política es un microcosmos
de la cultura mayor, con su foco puesto específicamente en los valores y las
actitudes relacionado con la posición y el comportamiento político de cada
individuo. (Ai Camp; 2000:78).
La cultura política va a
funcionar igual a como funciona la cultura de una sociedad, es decir como un
conjunto de sistemas simbólicos, en la cual la cultura política va a ser uno de
esos sistemas. Todo el conjunto de ideas, valores, estilos de vida, pensamientos,
costumbres, creencias, tradiciones, identidades, hábitos y modos de
comportamiento que observamos en una sociedad, no son más sino un conjunto de
sistema simbólicos creados por los mecanismos inconscientes de la mente humana
que en conjunto forman la cultura de una sociedad. Detrás de estos sistemas
simbólicos, encontramos estructuras de oposiciones binarias, las cuales sirven
de base para la formación de sistemas de significados que van a ser expresados
a través de signos y símbolos, formando así los sistemas simbólicos. Los
pensamientos, ideas, creencias, aptitudes y comportamientos que van a adoptar
los individuos hacia la política, así como también los elementos que forman
parte del sistema político (incluyendo el mismo sistema político), son producto
de estas estructuras de oposiciones binarias y de los sistemas de significados;
“De esta forma, la actividad política está –como el resto de la actividad
humana- coordinada por la significación, por la emisión de símbolos que pueden
ser descodificados (Ramos Lara; 2006:43). Por lo tanto, la cultura política más
allá de ser un conjunto de ideas, actitudes y orientaciones, se encuentra
definida por los significados sociales a ellos asociados. Estos significados no
va a ser universales, sino más bien van a ser particulares en el sentido que
cada cultura va a seleccionar los significados que van a adoptar los individuos
hacia la política; en las sociedades encontramos distintos significados hacia
los elementos del sistema político, por lo tanto, encontramos distintas
actitudes y pensamientos hacia la política, e incluso dentro de una misma
sociedad, encontramos distintos pensamientos y actitudes entre los grupos hacia
la estructura política y sus elementos porque existen distintos significados;
“…de manera que esos significados tienen sólo las connotaciones que ese grupo
humano particular les da, pudiendo ser parecido a los otros grupos, pero
difícilmente todos los significados iguales en su compleja totalidad.” (Ramos
Lara; 2006:54). En este sentido, tenemos que detrás de todo ese conjunto de
ideas, pensamientos, creencias, actitudes y comportamientos que adoptan los
individuos que forman parte de una sociedad hacia los elementos del sistema
políticos, así como también de toda manifestación política, todo movimiento
político, revoluciones, lideres, ideología, orientación política hacia partidos
o candidatos, etc.; tenemos la existencia de significados:
En este sentido, es como un
esquema que transmite significaciones materializadas en símbolos y signos de
una generación a otra; esto es, un sistema de modelos que se heredan y expresan
a través de formas simbólicas con las cuales los actores sociales se comunican,
perpetúa y adquieren sus conocimientos y actitudes frente a la política.
(Castro Domingo; 2011:242).
Las estructuras de
oposiciones binarias, así como el sistema simbólico que crea la cultura
política y al sistema político y sus elementos, permanece inconsciente a los
individuos. Sin embargo, sí pueden adquirir consciencia de los significados.
Estos significados son los que van a determinar y guiar el comportamiento y la
conducta de todos los individuos que forman parte de una cultura y sociedad;
detrás de toda acción individual de los seres humanos existe un significado,
por lo tanto detrás de toda expresión y manifestación política existe un
significado que determina por qué se hace tal o cual cosa; “De esta forma, la
actividad política está –como el resto de la actividad humana- coordinada por
la significación, por la emisión de símbolos que pueden ser descodificados.”
(Ramos Lara; 2006:43). Los sistemas simbólicos son los que van a determinar
toda conducta humana ya que son ellos los que le dan significado, no solamente
a toda acción y expresión humana, sino también a todos los elementos que forman
parte de la sociedad incluyendo los elementos del sistema político:
En este sentido, el enfoque
interpretativo recurre a dos ejes de análisis: el sentido y el significado
intersubjetivos que la acción social tiene para sus protagonistas; por eso su
principio de partida es: tras lo visible de las acciones sociales yacen
dispositivos de significados simbólicos que otorgan sentido y –por ende-
controlan la conducta de los seres humanos. (Ramos Lara; 2006:44).
Los individuos siguen
determinadas idea y adoptan patrones de comportamiento y aptitudes hacia el
sistema político, porque detrás esa acción hay un significado. En este sentido,
al interpretar los significados que se encuentran detrás de toda acción y
expresión política de los individuos, podemos comprender el comportamiento, las
ideas, pensamiento y actitudes hacia el sistema político por parte de las
personas, al igual que las inclinaciones hacia un determinado régimen político
(democracia, dictadura, monarquía, etc.), inclinaciones hacia determinada
ideología política, partido político o candidato, así como también podemos
comprender los movimientos políticos, revoluciones, guerras civiles (originadas
por el control político). Sin embargo, aunque los individuos sean conscientes de
los significados, estos no son manifestados de manera evidente, por lo que es necesario
realizar una labor interpretativa para así poder revelar cuáles. Esta
interpretación, debe hacerse desde las mismas personas, es decir, interpretar
desde sus mismos testimonios, los motivos por el que se inclinan o adoptan
determinadas ideas, conducta o actitudes hacia el sistema político, es decir,
de la propia interpretación que las personas hacen de su propia conducta, para
lo cual debemos interactuar e interrelacionarnos con las mismas personas:
Dicho en otros términos,
para todo acercamiento hermenéutico del mundo social, el análisis consiste en
desentrañar las estructuras de significación y en determinar su campo social de
acción y su alcance, sin olvidar que el investigador extrae la
<<subjetividad>> de los actores mediantes recursos dialógicos
fundados en la descripción y explicación que los actores ofrecen de sus propias
acciones en su propia vida social, lo que nos lleva a reconocer que nuestros
<<datos>> de análisis son realmente interpretaciones de
interpretaciones de otras personas sobre lo que ellas piensan, creen y sienten.
(Ramos Lara; 2006: 48).
El estudio de la cultura
política, nos puede revelar el origen y naturaleza de las ideas, creencias,
pensamientos, orientaciones e inclinaciones de los ciudadanos hacia la política
y sus elementos. Por lo tanto, estaríamos en condiciones de comprender las
distintas aptitudes y comportamientos de los individuos hacia los movimientos
políticos, regímenes políticos, ideologías políticas, revoluciones, guerras
civiles, permanencia o no de un régimen político, líderes políticos, partidos
políticos y de todo fenómeno político de una sociedad. Detrás de todo fenómeno
político, existe una cultura política que lo legitima y le da vida. Aunque las
revoluciones, líderes políticos, guerras civiles, régimen, ideología política,
etc., no sean creados por la cultura política de una sociedad, sin embargo, son los ciudadanos las que las legitiman
y les dan vida: para que exista una guerra civil tiene que haber individuos
dispuestos a luchar en dicha contienda, y los motivos que los impulsa a
participar en tal acción, se encuentra en la cultura política, lo mismo ocurre
con los líderes políticos, revoluciones, ideología política, etc. En este
sentido, el estudio de la cultura política sólo nos puede revelar el origen y
naturaleza de las orientaciones, aptitudes
y comportamientos de los individuos hacia el sistema político. Lo fenómenos
político, (regímenes político, ideologías, partidos políticos, revoluciones,
guerras civiles, movimientos político, etc.), son creados y dirigidos por
aquellos grupos que detentan el poder, el cual representa un grupo entre los
tanto que encontramos en la sociedad, que sin embargo, llegan al poder por ser
dueños de determinados recursos, cuyos recursos les permite situarse en
determinadas posiciones dentro de la sociedad cuyas posiciones les permite
acceder al poder.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICA
Ai Camp, Roderic (2000). La política en México: el declive del
autoritarismo. Siglo XXI: México.
Almond, Gabriel A. y Verba, Sidney (SF). La cultura política.
Recuperado de: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/cpuno/asoc/profesores/lecturas/almondverba.pdf
Castro Domingo, Pablo. (2011). Cultura política: una propuesta
socio-antropológica de la construcción de sentido en la política. Recuperado
de: https://www.colson.edu.mx:4433/Revista/Articulos/50/7Domingo.pdf
Duarte Moller, Armando; Jaramillo Cardona, Martha Cecilia (2009).
Cultura política, participación ciudadana y consolidación democrática en
México. Espiral, vol. XVI, núm. 46, septiembre-diciembre, 2009, pp. 137-171
Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13811856005
Gutiérrez, Roberto (2007). Conocimiento ciudadano sobre la democracia
en México a través de la ENCUP. En: Cultura política y participación
ciudadana antes y después de 2006. SEGOB: México. D.F.
Krotz, Esteban. (1999). Antropología, elecciones y cultura política.
Nueva Antropología, vol. XI, No. 38, México. Recuperado de: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/38/cnt/cnt1.pdf
Ramos Lara, Eleazar (2006). Taxonomía o metáfora sobre el concepto de
cultura política. En: González Pérez, Marco Antonio (coord.). Pensando la
política: representación social y cultura
política en
jóvenes mexicanos. Plaza y Valdés, S.A.: México, D.F. Consultado en:
https://books.google.co.ve/books/about/Pensando_la_pol%C3%ADtica.html?id=MC16mFnVEGkC
Vallé, Josep María (2007). Ciencia política: una introducción.
Editorial Ariel, S.A. Barcelona. Consultado en: http://metodologiainvestigacionpolitica.blogspot.com/2013/04/libro-ciencia-politica-una-introduccion.html
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