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lunes, 27 de junio de 2016

LA CULTURA DESDE LA ANTROPOLOGÍA: SIGNIFICADOS, SIMBOLISMO, COMUNICACIÓN Y ESTRUCTURA

    El antropólogo Clifford Geertz (2003:19) afirma que la disciplina antropológica nace alrededor del concepto de cultura, la cual se ha preocupado por limitar, especificar, circunscribir y contener. Sin embargo, a pesar que la antropología tenga en la cultura a su principal objeto de estudio, a lo largo de su historia han aparecido distintos conceptos propuestos por antropólogos de renombre, que en base a sus investigaciones, han expresados distintos conceptos de cultura. En este sentido, aunque actualmente no contemos con un concepto que logre tener un consenso general, sí es posible encontrar aproximaciones que han abierto un camino para poder entender qué es la cultura y así profundizar en las investigaciones antropológicas. Al tener en la cultura a su principal objeto de estudio, implica que las investigaciones antropológicas dependan del concepto de cultura, por tal motivo debemos escudriñar y exponer desde la antropología no solamente qué es la cultura, sino también cómo aparece, cómo funciona, qué implica estudiar la cultura y qué podemos revelar al estudiarla. 

     En 1871. E. B. Tylor presentaba un concepto de cultura que va a representar todo un clásico dentro de la antropología, el cual consiste en un “Conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y varias otras actitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad.” (Lerma Martínez; 2006:26). Este concepto vendría a representa el punto de partida en lo referente a los intentos de conceptualizar la cultura, e iba a ejercer influencia hasta la Segunda Guerra Mundial (Hurtado; 2006:30). Sin embargo existirán antropólogos como Clifford Geertz (2003:19) que aunque acepta su fecundidad, va a expresar que dicho concepto oscurece más las cosas de lo que revela. En este sentido creemos que más allá de exponer que la cultura se define a partir de costumbres o modos de vida compartidos por un grupo de individuos que viven en sociedad y que son transmitidos de generación en generación, creemos necesario ahondar más a fondo, de tal manera que podamos exponer no solamente qué son esas costumbres y modos de vida compartidos, sino también cómo aparecen y cómo funcionan.

     En torno al concepto de cultura de E. B. Tylor podemos inferir que la cultura no solamente se presenta como patrimonio de un determinado grupo social, sino también que ésta se adquiere no por transmisión biológica, sino más bien se transmite al ser miembros de una sociedad, por lo tanto también estaríamos en presencia de un proceso comunicativo (Lerma Martínez; 2006:26). En este sentido, cuando en dicho concepto se nos habla de adquirido, quiere decir que la cultura se transmite por aprendizaje social. De esta manera, podemos encontrar autores como Marvin Harris (2007:17), el cual define la cultura haciendo énfasis en ésta como un proceso de aprendizaje y transmisión social, definiéndola como: “…el modo socialmente aprendido de vida que se encuentra en las sociedades humanas y que abarca todos los aspectos de la vida social, incluidos el pensamiento y el comportamiento.”.

     Por su parte Franz Boas (1964:166), nos va a presentar un concepto de cultura que en primera instancia, no se encuentra muy alejado de E. B. Tylor ya que define la cultura como las “…actividades mentales y físicas que caracterizan la conducta de los individuos componentes de un grupo social, colectiva e individualmente, en relación a su ambiente natural, a otros grupos, a miembros del mismo grupo y de cada individuo hacia sí mismo.”. Sin embargo, aclara que las culturas implican algo más que la simple enumeración de dichos aspectos, ya que éstos no son independientes y poseen una estructura.

     Tanto en Tylor, así como en Harris y Boas, podemos encontrar que el concepto de cultura se define por características y expresiones que son producidos por los individuos como miembros de una sociedad. Sin embargo, en cuanto a definir a la cultura como conductas aprendidas, fenómeno mental, ejercicio intelectual o esquema cognitivo, el antropólogo Samuel Hurtado (2006:37) va a expresar que de esta manera el concepto de cultura sufre un impase, ya que ésta tiene que ubicarse en la producción de significado. De esta manera, encontramos antropólogos como Clifford Geertz (2003:20), quien va presentar un concepto de cultura inspirado en la semiótica el cual consiste en una trama o urdimbre de significados creado por el hombre (seres humanos), lo que convierte su análisis en una tarea interpretativa. En este sentido más allá de considerar a la cultura como un conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y varias otras actitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad, debemos manifestar que la cultura nos remite a la producción de significados:

           El concepto de cultura que propugno y cuya utilidad procuran demostrar los ensayos que siguen es esencialmente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie. Pero semejante pronunciamiento, que contiene toda una doctrina en una cláusula, exige en sí mismo alguna explicación. (Ibídem).

     Según Clifford Geertz (Citado en Ortner; 1984:3), la cultura se encuentra encarnada en símbolos públicos que son utilizados por los miembros de una cultura para transmitir su cosmovisión, valores, ethos y todo lo demás, entre sí y a las generaciones futuras; en este sentido el concepto culturas no solamente encuentra un grado de objetividad que hasta el momento no había encontrado, sino también se nos indica hacia dónde se debe dirigir su estudio, es decir en los símbolos como vehículo de significación. Con Geertz el estudio de la cultura va a ir más allá de una simple descripción superficial de las distintas actividades, expresiones y manifestaciones de una cultura, dirigiéndose a la interpretación de los significados por el cual se realiza tal o cual actividad. En este sentido, nos propone el concepto extraído de Gilbert Ryle de “descripción densa” (Geertz; 2003:22). Para explicar en qué consiste la descripción densa, Geertz primeramente, describe dos expresiones que a simple vista se presentan de la misma manera: la contracción involuntaria de uno de los ojos o “tic”, y el “guiño” que es la misma contracción de uno de los ojos, pero a diferencia del “tic” éste se realiza de una manera deliberada. Una descripción superficial de ambas expresiones no nos dirá en si qué significado ostentas cada una, ya que éstas no solamente pueden ser un “tic” involuntario o un “guiño”, sino que además si se está en presencia de un “guiño”, éste puede ostentar múltiples significados, todo depende de quién lo realice, dónde y por qué: “Las complejidades son posibles y prácticamente no tienen fin, por lo menos lógicamente.” (Ibídem). De esta manera, estaríamos en presencia no solamente de un concepto de cultura que permite definir el objeto de estudio de la antropología (los significados por el cual se hace tal o cual cosa), sino también se estaría delimitando la actividad antropológica (hacia la descripción densa) y el estudio de la cultura (hacia los significados):

           Pero la cuestión es que la diferencia entre lo que Ryle llama la "descripción superficial" de lo que está naciendo el que ensaya ante el espejo (remedador, guiñador, dueño de un tic...), es decir, "contrayendo rápidamente el ojo derecho" y la "descripción densa" de lo que está haciendo ("practicando una burla a un amigo al simular una señal con el fin de engañar a un inocente y hacerle creer que está en marcha una conspiración") define el objeto de la etnografía: una jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a las cuales se producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños, los guiños fingidos, las parodias, los ensayos de parodias y sin las cuales no existirían (ni siquiera los tics de grado cero que, como categoríacultural, son tan no guiños como los guiños son no tics), independientemente de lo que alguien hiciera o no con sus párpados. (Ibídem).

     En las culturas encontramos la existencia de significados que determinan el comportamiento de sus individuos. En este sentido, tenemos que en todas las representaciones culturales, encontramos la existencia de significados: “Los órdenes o sistemas de la vida social humana se caracterizan por ser significativos, y esto por igual en las sociedades <<incivilizadas>> y en la <<civilizadas>>.” (Gómez García; 1981:76). Estos significados son reconocidos, valorados y descodificados por las mismas personas, a raíz del carácter público que contienen. De esta manera, el estudio de la cultura se nos presenta como un estudio semiológico que busca los significados de las expresiones de las culturas:
              
           Cuando consideramos un sistema de creencia -digamos el totemismo-, una forma de organización social –clanes unilineales, matrimonios bilaterales-, la preguntas que planteamos es sin duda: << ¿Qué significa todo esto?>>, y para responder a ella, nos esforzamos por <<traducir>> a nuestro lenguaje reglas dadas primitivamente a un lenguaje distinto.” (Lévi-Strauss; 1987:27).


     Al manifestar que la cultura nos remite a la existencia de significado, quiere decir entonces que ésta se desenvuelve dentro de relaciones simbólicas. Los significados se presentan como una entidad semántica, cargada de simbolismo y capacidad de representación (Abril; 1999: 494). En este sentido, cuando los seres humanos asignan significados a hechos o cosas físicas, éstos luego son transformados en símbolos (White; 1982:43). Es decir, que aquellas expresiones materiales, así como todo acto, creencia y actitudes que forman parte de la cultura, funcionan a partir del uso de los símbolos (Ibidem). Es así, como vamos a encontrar conceptos de cultura como el de Leslie White (1982:337), en el que se señala la capacidad humana de la simbolización, definiendo la cultura como “…un diferente orden, o clase, de fenómenos, a saber, aquellas cosas y hechos que dependen del ejercicio de una facultad mental, peculiar de la raza humana, a la que hemos llamado <<simbolización>>.”. Sin embargo, creemos tal como afirma Claude Lévi-Strauss (1979:22), que más que buscar una teoría sociológica del simbolismo, debemos más bien buscar el origen simbólico de la sociedad.

     La evolución biológica dotó al ser humano de un cerebro capaz de la función simbólica (Gómez García; 1988:3). Sin embargo, los conocimientos que se tienen acerca de las bases fisiológicas del simbolismo, no están claras, hasta el punto que nuestro conocimiento del tema es escaso o casi nulo (White; 1982:48); aunque sí existen autores, quienes han estudiado el tema y nos ofrecen distintas teorías acerca de cómo funciona y se desarrolla el simbolismo en la especie humana, única del reino animal en poseer dicha cualidad.

     El carácter simbólico de las culturas ha sido abordado por distintos antropólogos, entre los que podemos mencionar en primera instancia a Marcell Mauss (citado por Levi-Strauss; 1979:17), quien define la vida social como un mundo de relaciones simbólica, mientras que Claude Lévi-Strauss (1979:18), manifiesta que está en la naturaleza de las sociedades expresar sus costumbres e instituciones por medio de símbolos. De esta manera, encontramos antropólogos como Leslie White quien afirma que las expresiones materiales, así como todo acto, creencia y actitudes, funcionan a partir del uso de los símbolos (White; 1982:337). En este sentido, podemos afirmar tal como manifiesta Ernst Cassirer (1967:26), que el sistema simbólico transforma la totalidad de la vida humana, sistema simbólico que incluye el lenguaje, el mito el arte, y la religión.

     Para Ernst Cassirer (1968:26), todo organismo posee un sistema receptor y un sistema efector, los cuales se encuentran en cooperación y equilibrio, lo que permite que el organismo pueda sobrevivir, “El receptor por el cual una especie biológica recibe los estímulos externos y el efector por el cual reacciona ante los mismos…”. Entre el sistema receptor y el efector, se ubica el sistema simbólico. Ernst Cassirer (Ibídem) lo explica, afirmando que al haber un estímulo externo es decir el sistema receptor, su respuesta (que en los demás organismos biológico es instantánea) en los seres humanos es demorada por un proceso lento de pensamiento y reflexión. De esta manera es como el ser humano formaría su mundo simbólico. Este sistema simbólico, se interpone entre el ser humano y la realidad física en el sentido que todo pensamiento humano estará mediado por las formas lingüísticas, imágenes artísticas, símbolos míticos, ritos religiosos; cuya situación también se presenta en la esfera teórica y práctica en el que el ser humano se encuentra sumido en emociones, esperanzas, temores, ilusiones, desilusiones, fantasías y sueños; el ser humano a medida que más piensa y reflexiona se refuerza el sistema (Cassirer; 1968:26).

     En Claude Lévi-Strauss encontramos que el origen simbólico de las culturas, se encuentra en operaciones de la mente humana. La realidad se presenta ante el ser humano, como algo confuso y difícil de explicar, que sin embargo, es necesario ordenar, lo cual sólo es posible a través de la mente (Lévi-Strauss citado en Moragón Martínez; 2007:10). La mente humana organiza la realidad a través de combinaciones binarias (mesa: silla) y de oposiciones binarias (hombre/mujer, día/noche, frio/calor), a partir de estas estructuras lógicas de ordenación, el pensamiento humano se va a desarrollar a través de relaciones metafóricas y metonímicas. Las primeras se basan en relaciones morfológicas que atienden a la forma del objeto dando lugar así a la creación de analogías y metáforas y que están dirigidas a lo especifico de la realidad llegando a un entendimiento inmediato o formal de ésta, por su parte el pensamiento basado en relaciones metonímicas se dirige más a lo abstracto y cualidades intelectuales de la realidad, que pretende no solamente comprender el mundo sino también explicarlo (Moragón Martínez; 2007:11); en las primeras observamos relaciones simbólicas mientras que en las segundas se nos presentan relaciones de causa-efecto (ciencia). En este sentido, tenemos que las entidades metafísicas que se inician como conceptos incoados en la mente, luego son exteriorizados a través de signos y símbolos; las ideas abstractas que son engendradas en nuestra mente por ejemplo, bueno/malo, luego son proyectadas en el mundo exterior, de esta manera bueno/malo se pueden convertir en blanco/negro; empleamos signos y símbolos para proyectarlos sobre cosas y acciones del mundo exterior por ejemplo: novia vestido blanco/viuda vestido negra, feliz/ triste, bueno/malo, encontrando así una relación simbólica (Leach; 1989:51). De esta manera, encontramos que el simbolismo se reduce a un conjunto de leyes que operan a través de oposiciones binarias (Gómez García; 1981:174). Con lo cual se nos presenta el concepto de cultura de Claude Levi- Strauss (1979:18), consistente en “…un conjunto de sistemas simbólicos que tienen situados en primer término el lenguaje, las reglas matrimoniales, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión.”. Dicho sistema tiene como finalidad expresar ciertos aspectos de la realidad tanto física como social “…e incluso las relaciones de estos dos tipos de realidades entre sí, y lo que estos sistemas guardan los unos frente a los otros.” (Lévi-Strauss; 1979:20).

     Los sistemas simbólico van a permitir que los significados sean expresados y transmitido de generación en generación. De esta manera, la cultura se nos presenta como un sistema de comunicación; “Así, comunicarse es, literalmente, el modo como las culturas funcionan, se construyen y se trasforman.” (Amodio; 2006:25). En este sentido,  las culturas van a ser a su vez, sistemas de comunicación ya que están compuestas por signos, símbolos y señales, que transmiten información condicionando las conductas de los individuos; todas las representaciones culturales contienen un mensaje que es conocido por los miembros de esa sociedad. Los signos y símbolos se presentan como transmisores de significados reconocidos, por lo tanto formarían parte de un sistema de comunicación. “En otras palabras, los fenómenos del mundo –natural y social-, su ordenamiento y las cosas que lo conforman, se objetivizan en palabras y símbolos, y sólo así es como podemos experimentarlo, significarlo y explicarlo.” (Ramos Lara; 2006:54).

     Las sociedades están compuestas por individuos que se comunican entre sí de distintas maneras (Gómez García; 1981:160). Las culturas en general, cumple las funciones de comunicación e integración social que busca asegurar la supervivencia de los individuos; en cada nivel cultural (economía, parentesco, mito, lengua, etc.), se regula un tipo de intercambio como modalidades de una función comunicacional, por lo tanto encontramos en las cultural un criterio regido por la regla de intercambio (Gómez García; 1988:5). La cultura va a funcionar como un sistema de signos y símbolos que transmiten información de generación en generación para darle sentido a la existencia humana. En este sentido, es como un esquema que transmite significaciones materializadas en símbolos y signos de una generación a otra; esto es, un sistema de modelos que se heredan y expresan a través de formas simbólicas con las cuales los actores sociales se comunican, perpetúan y adquieren sus conocimientos y actitudes frente a la política.” (Castro Domingo; 2011:242).

     Los signos y símbolos sólo transmites información, siempre y cuando estén combinados con otros signos y símbolos dentro de un sistema; los signos y símbolos no son unidades autónomas. Los signos no se presentan de manera aislados sino más bien éstos siempre forman parte de un conjunto de signos y símbolos que funcionan dentro de un contexto cultural específico y sólo transmiten información siempre y cuando estén combinados con otros signos y símbolos de un mismo contexto (Leach; 1989:19). Además los signos solamente transmiten información, porque sus miembros conocen el significado. Para que un signo, símbolo o señal, pueda transmitir información, su significado anteriormente tiene que ser explicado (Leach; 1989:16). De esta manera encontramos que tanto las culturas como el lenguaje mantienen arquitecturas similares y ambas se edifican a través de oposiciones y correlaciones; lo que implica que ambas mantengan el mismo tipo de estructura (Lévi-Strauss; 1987:110).

     Para que un signo tenga significado, debe estar combinado con otros signos que en conjunto generan relaciones de sentidos. En este sentido, tenemos que en los sistemas simbólicos lo importante no va a ser los signos sino más bien cómo están combinados, ya que los signos y símbolos sólo pueden ejercer funciones siempre y cuando pertenezcan a sistemas, regidos por leyes internas (Lévi-Strauss; 1987:35). La sociedad más que ser producto de la interacción de los individuos, tenemos relaciones de sentido que establecen los significados que encontramos en la cultura y en la vida cotidiana; “El complejo de sentido socialmente acumulado y compartido reproduce –y puede dar lugar a- significaciones que reproducen y forman códigos intersubjetivos de acción.” (Ramos Lara; 2006:45). Dentro de las culturas subyacen estructuras compuestas de signos y símbolos que funcionan a modo de sistema, y es esta organización sistémica lo que les da vida: “Los contenidos empíricos, los objetos, símbolos y personajes que aparecen no significan por sí mismo sino que se vuelven significativos dentro del sistema de relaciones o estructura que revelan.” (Gómez García; 1981:131). Los distintos comportamientos manifestados por los seres humanos, obedecen a una realidad estructural que no se encuentra a la vista, sino más bien al nivel de los sentidos que origina ese corpus de significados.

     Aquello que expresa la cultura a nivel superficial, no es más que el reflejo de una serie de mecanismos fijos que se hallan en un nivel estructural, cuyos mecanismos se encuentran perfectamente ordenados, formados por elementos que combinados entre sí dan lugar a las diferentes expresiones culturales; de esta manera la labor del investigador se encuentra en descifrar los códigos ocultos de significados que subyacen bajo el conjunto de relaciones observable empíricamente (Moragón; 2007:2). En este sentido, el enfoque interpretativo recurre a dos ejes de análisis: el sentido y el significado intersubjetivos que la acción social tiene para sus protagonistas; por eso su principio de partida es: tras lo visible de las acciones sociales yacen dispositivos de significados simbólicos que otorgan sentido y –por ende- controlan la conducta de los seres humanos. (Ramos Lara; 2006:44).

     En la mente humana, encontramos un inconsciente estructurante que le da forma a los contenidos externos y los estructura a través de oposiciones binarias, con lo cual aparece el sistema simbólico y con éste la cultura. Este inconsciente es la base de lo simbólico y por ende de toda cultura y sociedad; “…es natural por cuanto es universal pero es propio de lo simbólico y portador de sus posibilidades de significación impone sus “reglas” a toda obra cultural; es de naturaleza en extremo lógica.” (Fages; 1972:57). Tal como lo entiende Claude Lévi-Strauss, el inconsciente: “Deja de ser el refugio inefable de las particularidades individuales y el depositario de una historia singular, para no ser más que el conjunto de estructuras que se ponen en juego en la función simbólica.” (Gómez García; 1981:175). En este sentido, el inconsciente se nos presenta como un sistema de estructuras universales (Lévi-Strauss citado en: Remotti; 1972:145), estableciendo reglas de comunicación simbólica e imponiendo leyes estructurales, es decir, que todo lo que recibe el individuo externamente, sólo adquiere significación a través de cómo lo organiza el inconsciente y lo trasforma en discurso (Fages; 1972:).

     Al ser una instancia universal presente en todo pensamiento humano y en todas las manifestaciones de la cultura, el inconsciente nos permitirá obtener un principio de explicación válida para toda interpretación cultural. El inconsciente lévis-traussiano es formal, racional y lógico, en cada institución de la cultura subyace una estructura inconsciente, lo cual también nos dice que detrás de todo fenómeno social existe un orden perfectamente coherente (Gómez García; 1981:64). De igual manera, el inconsciente también va a imponer leyes estructurales a elementos inarticulados que vienen de otra parte: pulsiones, emociones, representaciones, recuerdos (Gómez García; 1981:175). Por lo tanto, encontramos que en las culturas subyace una instancia objetiva y universal, con leyes estructurantes que rigen todos los sistemas de representaciones, significado, sentido, estados afectivos y pensamiento expresada por cada individuo, cultura y sociedad.

     A partir de la existencia del inconsciente, encontramos en las culturas una realidad estructural que obedece a una lógica binaria. Sin embargo, tal como lo afirma Claude Lévi-Strauss (Citado en: Gómez García; 1981:78), estas estructuras no definen algo real, sino más bien hacen referencia a la red lógica de oposiciones y correlaciones que vinculan los elementos del sistema de una totalidad que lo inteligibiliza: “La estructura de un sistema para Lévi-Strauss, designa siempre el modelo abstracto que da cuenta del objeto empírico.” (Gómez García; 1981:78). Ninguna estructura se reduce a una reordenación de partes cualquiera, sino más bien una estructura obedece a un ordenamiento que funcionan a modo de sistema, el cual mantienen una cohesión interna inaccesible a la observación (Lévi-Strauss; 1987:35).

     Según afirma Claude Lévi-Strauss (1987:301), la noción de estructura nos remite a los modelos construidos, de acuerdo a la realidad empírica; estos modelos deben contar con cuatro condiciones: 1.presentar carácter de sistema. Consiste en elementos tales que una modificación cualquiera en uno de ellos entraña una modificación en todos los demás. 2. Todo modelo pertenece a un grupo de trasformaciones, cada uno de las cuales corresponde a un modelo de la misma familia, de manera que el conjunto de estas transformaciones constituyen un grupo de modelo. 3. Las propiedades antes indicadas, permiten predecir de qué manera reaccionará el modelo, en caso de que uno de sus elementos se modifiquen. 4. Finalmente, el modelo debe ser construido de tal manera que su funcionamiento pueda dar cuenta de todos los hechos observados.

     Claude Lévi-Strauss (1987:303), manifiesta que cuando el modelo hace referencia a lo inconsciente, expone lo oculto de lo consciente dando cuenta de este último. En este sentido cuando se habla de estructura se hace referencia a un modelo que explica cómo se encuentran relacionados y combinados los elementos a modo de sistema, y que dan cuenta de las expresiones culturales conscientes. Pedro Gómez García (1981:53) en su trabajo sobre Claude Lévi-Strauss afirma que es necesario descentrarse de lo consciente y centrarse en lo que oculta lo consciente y que a su vez lo explica “…desde lo vivido, sensible y consciente se va hacia lo real, inteligible e inconsciente donde radica la verdad de lo inmediatamente vivenciado.” (Gómez García; 1981:54). Es así, cómo podemos explicar dentro de las culturas, las pautas de conductas y costumbres que ostentan una naturaleza inconsciente.

     Más allá de toda creencia, costumbre o práctica cultura, subyace una realidad estructural, lógica e inconsciente, “Las grandes manifestaciones de la vida social tienen en común con la obra de arte el hecho de nacer al nivel de la vida inconsciente…” (Lévi-Strauss; 1988:125). Las costumbres son impuestas externamente y anteceden los sentimientos internos y cómo podrán y deberán manifestarse las emociones, según Lévi-Strauss éstas responde al funcionamiento de las estructuras lógica inconscientes (Gómez García; 1981:54).

     En las culturas encontramos una instancia inconsciente, que no es manifestada por los miembros de una cultura. Sin embargo, las categorías inconsciente que determinan en última instancia el funcionamiento de la magia, la religión o lingüística, debe buscarse a partir de los testimonios y observación de los participantes (Lévi-Strauss; 1987:24). En este sentido, todo conocimiento de tipo etnográfico e historiográfico no se ha de desechar, sino más bien se ha de utilizar a los fines de la determinación de las condiciones o estructuras inconscientes que están en la base de los fenómenos sociales (Remotti; 1972:147). Cuando el etnólogo encuentra que cada una de las explicaciones dadas por los miembros de una cultura, se consiguen con explicaciones secundarias o superficiales y poco racionales acerca de sus costumbres e instituciones (Lévi-Strauss; 1987:66). Escasamente los miembros de una cultura, se dan a la tarea de reflexionar acerca del origen y naturaleza por el cual se realiza alguna costumbre, práctica o representación, sólo se nos presentan explicaciones superficiales que no expresan su origen inconsciente (Lévi-Strauss; 1987:66). Claude Levi-Strauss (Lévi-Strauss; 1987:66), expresa que es muy difícil encontrar una explicación razonable acerca de una costumbre o institución; aunque sus explicaciones pueda parecer muy razonable, sin embargo éstas deben ser consideradas de tipo secundario, ya que las razones inconscientes por las que se practica una costumbre no se encuentran dentro de estas explicaciones.

     En torno a las expresiones culturales conscientes, el antropólogo Leslie White (1982:157) nos advierte que a pesar de la fuerza de convicción que tiene la experiencia inmediata, éstas representan una ilusión; todo lo que el individuo puede distinguir a través de los sentidos a pesar de ser percibido carece de origen y significación, sin embargo, esta consciencia a pesar de no ser percibido como tal sino más bien como algo privado e individual, tiene un origen sociocultural: “La consciencia es sencillamente nuestra experiencia de nuestro conocimiento del funcionamiento de ciertas fuerza socioculturales que actúan sobre nosotros.” (Ibídem).

     La cultura actúa sobre el individuo (sin que él lo sepa), modelando su conducta, pero de manera inconsciente; los motivos por el cual se debe practicar las tradiciones culturales permanecen inconscientes, al individuo. Por lo tanto creemos tal como lo dice Leslie White (1982:161), que estudiar la cultura implica acceder a ese nivel inconsciente: “La ciencia de la cultura se encuentra empeñada en descubrir, definir y explicar estos factores culturales inconscientes." (Ibídem).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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martes, 21 de junio de 2016

EL PENSAMIENTO SALVAJE Y EL GÉNESIS DE LA EXISTENCIA HUMANA: EL ORIGEN DE LA CULTURA, LA SOCIEDAD Y EL INDIVIDUO

     Aunque la paleoantropología, junto con la biología así como la genética, a través de la teoría de la evolución, nos pueden explicar la evolución y origen del ser humano, sin embargo, sólo se limitan a revelar todo el proceso físico-biológico que permitió la aparición del ser humano como especie animal, sin decirnos cuál es el origen de la cultura, la sociedad y los individuos.

     El ser humano no se define solamente como una especie físico-biológica, sino también como una especie psico-socio-cultural. El ser humano es la única especie animal en tener modos de vida, creencias, cosmovisiones, religiones, mitos, rituales, sistemas de parentesco, sistemas económicos, relaciones políticas y jurídicas, etc.; además ha sido la única especie en desarrollar todo un sistema de relaciones sociales único en el reino animal, que les ha permitido conocer, transformar, manipular y en menor medida dominar a la naturaleza, hasta llegar a formas a las grandes civilizaciones que han existidos a lo largo de la historia. Llegado a este punto nos preguntarnos: ¿Qué diferencia a los seres humanos de las demás especie animales que les ha permitido pasar de un estado de naturaleza a cultura? ¿Cómo los seres humanos empiezan a tener cultura? ¿Dónde y cómo se originan sus ideas, creencias, cosmovisiones, religiones, mitos, ritos, modos de vida, costumbres, tradiciones? ¿Cuál es el origen del pensamiento humano? ¿Cómo el ser humano adquiere consciencia? ¿Cómo nacen las sociedades? ¿Cómo nace el individuo social? ¿Por qué el ser humano ha sido la única especie animal en poder crear todas las grandes civilizaciones? ¿Qué determina el nacimiento de la civilización? Para responder a estas preguntas tenemos que remontarnos al momento de la historia de la humanidad, en el que el ser humano se encontraba en un estado natural de existencia; sin lenguaje, sin sistema de creencia, sin religión, sin relaciones de parentescos, sin organización social, sin ningún tipo de consciencia; es decir en un estado salvaje de existencia, y revelar las causas determinantes que permitieron que el ser humano abandonara su estado natural de existencia,  para pasar a un estado de cultura, de consciencia y de civilización, para de esta manera adaptarse, manipular y dominar la naturaleza y el mundo.   

     En estado natural de existencia, el ser humano tiene que vivir en una naturaleza que no conoce y con un organismo físico-biológico limitado para las condiciones medioambientales en las que se encontraba, bajo estas condiciones ¿Cómo el ser humano pudo adaptarse y sobrevivir a esta naturaleza desconocida y a estas condiciones medioambientales con un organismo limitado y sin ningún tipo de conocimiento, ni cultura, ni sociedad?

     El ser humano en estado natural de existencia o en estado salvaje, no sabe lo que es la naturaleza, no se reconoce a sí mismo, ni tampoco tiene identidad, no sabe cuál es su lugar en la tierra ni en el universo, no posee ningún tipo de consciencia, no tiene lenguaje, ni cultura ni sociedad y no goza de una organización social y la existencia del individuo sólo se limita a la especie animal; el individuo social no existe. En este estado natural de existencia, el ser humano va adoptar un tipo de pensamiento único en todo el reino animal que les va a permitir a la postre separase de los demás animales, conocer a la naturaleza, adquirir un estado de consciencia, adaptarse a las condiciones medioambientales, poseer cultura, crear a la sociedad y a los individuos sociales y formar las grande civilizaciones. El pensamiento salvaje nos va a decir cómo el ser humano pasó de ser una simple especie animal a convertirse en seres humanos con cultura; “…ese <<pensamiento salvaje>> que no es para nosotros, el pensamiento de los salvajes, ni el de la humanidad primitiva o arcaica, sino el pensamiento en estado salvaje, distinto del pensamiento cultivado o domesticado con vista a obtener un rendimiento.” (Lévi-Strauss; 1997:317). Este pensamiento salvaje lo encontramos en las religiones, mitos,  ritos, en la vida cotidiana, en las opiniones, cosmovisiones, en la ideología y en toda expresión, acción y pensamiento humano. El pensamiento salvaje es la base en donde se construye todo pensamiento, cultura, expresión y comportamiento humano y además son las bases que permiten la formación de las sociedades. Se trata de un pensamiento analítico y sintético, que logra encuadrar todo en una totalidad coherente, elevándose desde las cosas concretas hasta relacionarlas en sistemas abstractos (Gómez García; 1981:165).

     En estado natural de existencia o estado salvaje, el ser humano lo único que va a recibir son estímulos externos mediados por los órganos de los sentidos, y es a partir de este momento que el pensamiento salvaje va a empezar a operar. En estado salvaje la naturaleza se presenta ante los seres humanos, como algo confuso y difícil de explicar que, sin embargo, es necesario ordenar, lo cual sólo es posible a través de la mente (Lévi-Strauss citado en Moragón Martínez; 2007:10). El pensamiento salvaje introduce un principio de orden al universo, a través de una clasificación rigurosa de todos los elementos que recibe de la percepción sensible (Gómez García; 1981:165), lo que permite realizar una reordenación y estructuración en la mente, de todos los estímulos que recibe de los órganos de los sentidos. El pensamiento salvaje, funciona mediante una lógica clasificatoria que somete los acontecimientos contingentes concretos externos, estableciendo relaciones necesarias y ordenamientos globales; impone formas constantes a términos variables y heteróclitos, configurando sistemas de clasificación (Gómez García; 1981:165). Todo conocimiento que ostentan los seres humanos se construye por intermedio de la sensibilidad, es decir a través de los sentidos, sin embargo la  realidad que percibe los seres humanos en estado natural es transformada por el pensamiento salvaje. Este proceso de clasificación, estructuración y ordenamiento de los estímulos recibidos por parte de los órganos de los sentidos, no se va a llevar a cabo al azar, sino que va a estar determinado por relaciones lógicas, que se encuentran en la mente humana; “Esta lógica opera, un poco, a la manera del caleidoscopio: instrumento que contiene también sobras y trozos, por medio de los cuales se realizan ordenamientos culturales.” (Lévi-Strauss; 1997:61).

     El entendimiento del mundo sensible, se lleva a cabo primeramente a través de la deducción empírica, es decir que a partir de la observación de la naturaleza se infieren relaciones lógicas, que se van a presentar como base para determinadas oposiciones binarias; es decir la naturaleza va a proporcionar el material que posteriormente va a ser objeto de pensamiento, sin embargo, solamente va a conservar un número reducidos de los elementos que recibe por parte de los órganos de los sentidos y estos a su vez van a ser expresados en pares de oposiciones  (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:166). Las condiciones naturaleza para los seres humanos se transforman en objeto de pensamiento, sin embargo, el ser humano no logra aprehenderlas tal cual son, sino más bien lo que hace es codificar sus características en pares de oposiciones; los órganos de los sentidos, nunca reciben una imagen fiel de lo que sucede en la naturaleza, ni tampoco nos muestra las verdaderas cualidades de los fenómenos, sino más bien lo que hace es transmitir ciertas características de los fenómenos a través de oposiciones binarias. El ojo humano, no recibe nunca una imagen fiel de los objetos del mundo sensible, sino más bien lo que hace es codificar sus características en sistemas de oposiciones binarias como pueden ser, oposición entre movimiento y reposo, presencia o ausencia de color, cambios en claridad u oscuridad, objetos de perfiles positiva o negativamente curvos, sentido del movimiento (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:187). Una vez que el cerebro recibe esa información, la mente humana realiza una síntesis estructural, reconstruyendo así, una realidad que nunca fue percibida tal cual se presenta en la naturaleza; la función analítica corresponde al cerebro, sin embargo, lo que éste procesa proviene del material proporcionado tanto por los órganos visuales, así como también los del oído y el olfato (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:187).

     Las operaciones dirigidas por los sentidos, tienen un aspecto intelectual en el sentido que, los datos externos de origen geológicos, botánicos, zoológicos, etc., no son aprehendidos en sí mismo, sino más bien son producto de la acción conjunto de los sentidos y del entendimiento (Lévi-Strauss citado en: Gómez García; 1981:187). En este sentido, tenemos que el pensamiento no se articula directamente en el mundo sensible, entre uno y otro se interpone procedimientos analíticos que anticipan la actividad cerebral y operan en la retina misma (Lévi-Strauss; 2000: 613). En este sentido, tenemos que el entendimiento humano nace a partir de una relación dialéctica entre el cerebro y las condiciones medioambientales, los cuales se prestan a múltiples elaboraciones, que los encontramos reflejados en los múltiples sistemas culturales, por lo tanto, tenemos que aunque el cerebro humano opera mediante lógicas deterministas, éste no genera por sí solo los sistemas culturales, sino más bien estos sistemas son productos de una relación entre el cerebro, los órganos de los sentidos y las condiciones medioambientales (Gómez García; 1981:60). Los seres humanos no experimentan las condiciones naturales tal cual son, sino más bien es el cerebro junto con los órganos de los sentidos las que las define y les dan un sentido.

     El pensamiento salvaje funciona mediante una lógica clasificatoria: va clasificando todo lo que recibe del mundo exterior a través de permutaciones y contrastes hasta formar estructuras de oposiciones binarias, “Este último se define en función de una axiomática implícita por la cual toda clasificación procede por parejas de contrastes: se detiene uno en la clasificación, solamente, cuando llega el momento en que ya no es posible oponerse.” (Lévi-Strauss; 1997:315). Los estímulos naturales, captados a través de los sentidos sufren un proceso de segmentación a través de variaciones diferenciales, es decir se produce un proceso de clasificación, el cerebro las articula en oposiciones de tipo binario, hasta que logra delinear un sistema completo basado en diferencias y oposiciones (Gómez García; 1981:65). Las condiciones naturales para los seres humanos se convierten en objeto de pensamiento, éste las reduce a conceptos para después desprender de ellas un sistema que nunca va a estar predeterminado (Levi-Strauss; 1997:192).

     Las oposiciones binarias van a formar estructuras totalmente coherente, que van a servir de base para la formación de sistemas de significados. Con estos sistemas de significados el mundo y la naturaleza y todas las acciones que van a realizar los seres humanos van a tener significado y van a estar mediadas con un fin. En este sentido los seres humanos no solamente van a adquirir conocimiento acerca del mundo y la naturaleza, sino también vamos a estar en presencia de un primer estado de consciencia. Desde el momento en que el mundo y la naturaleza se vuelven significativos para los seres humanos, todas las cosas y fenómenos de la naturaleza van a ser reconocidos y el ser humano va a tener conocimiento de lo que son y de lo que significan, es decir van a empezar a tener consciencia del mundo y de la naturaleza, sin embargo, solo van a ser consciente de los significados mientras que todo el proceso anterior de codificación y clasificación de la naturaleza, así como las estructuras de oposiciones binarias, va a estar a un nivel inconsciente. Es así cómo vamos a estar en presencia de un primer estado de consciencia:

         La conciencia es, en principio, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensorio que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que la actitud de los hombres es puramente animal y al que se someten como el ganado; es, por tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza (religión natural). (Engels y Marx; 1980:29).

     Con los sistemas de significados, los seres humanos van a empezar a conocer al mundo y a la naturaleza, por lo tanto, toda acción humana va a obedecer a un fin, lo que les va a permitir sobrevivir bajo un ambiente inhóspito para las características biológicas del ser humanos. Los seres humanos no pueden sobrevivir solamente valiéndose de su condición natural, ya que se encuentran desprovistos de instintos que los guíen hacia la supervivencia, lo que implica que no podrían encontrar los materiales orgánicos e inorgánicos destinados a cubrir sus necesidades ya que la naturaleza se les presentaría como un ambiente inhóspito, pues los humanos poseen un organismo desfasado, en el sentido que no está adaptado al ambiente en que se encuentran (Desiato; 2001:50). Sin embargo cuando cada acción significa algo y obedece a un fin y al haber adquirido un estado de consciencia que les permitió conocer al mundo y la naturaleza, fue posible adaptarse a estas condiciones medioambientales y poder sobrevivir.

     Las estructuras de oposiciones binarias se transforman en sistemas significativos, es decir, oposiciones como peligro/no peligro, bestia mala/bestia buena, huir/no huir, alimento/no alimento; pueden empezar a significar vida/muerte, bueno/malo, alegría/tristeza, placer/dolor, tranquilidad/angustia, etc.; de esta manera bestia mala puede significar huir y, huir puede significar no-muerte, no muerte puede significar alegría, alimento bueno puede significar tranquilidad, etc.; todos funcionando bajo un sistema completamente cohesionado. En este sentido, tenemos que en esta primera etapa de la humanidad las acciones humanas van a estar guiadas por los significados de vida, muerte, bueno, malo, alegría, tristeza, etc. De esta manera, el sistema de significados permitió que el ser humano se adaptara y sobreviviera bajo un ambiente inhóspito. Las demás especies animales también poseen unas estructuras de oposiciones binarias, sin embargo no pueden ni darle significados ni tampoco, adquirir consciencia en base a estas estructuras binarias como lo hace el ser humano. Sin embargo sobreviven porque tienen un organismo adaptado a las condiciones naturales. El ser humano no posee un organismo adaptado a las condiciones naturales pero al adoptar un sistema de significado, es que pudieron sobrevivir en esta primera etapa de la humanidad. Este fue el primer salto del ser humanos hacia un estado de cultura y representa el primer momento en que los seres humanos se separan de los demás animales.

     Aunque los sistemas de significados les hayan permitido a los seres humanos conocer y adaptarse a la naturaleza, sin embargo los seres humanos aún no pueden ni expresar, ni tampoco transmitir estos significados ya que no poseen los significantes para poder expresarlos; en esta primera etapa la comunicación estaba basado en señales y la cultura y el individuo social no existía. Cuando el mundo y la naturaleza se vuelven significativos para los seres humanos, éstos deben encontrar los significantes que les permitan expresar y transmitir estos significados. Sin embargo, “El proceso intelectual que permite identificar ciertos aspectos del significante y ciertos aspectos del significado unos por relación a otros (...), no se puso en camino sino muy lentamente.” (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173). Los significados van a permanecer trabados por cierto tiempo ya que los seres humanos no saben que símbolos usar para representarlos; el mundo para los humanos se hizo y de forma súbita, significativo aun sin saber lo que significaba (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173).

          Hay, por tanto, en la historia del espíritu humano una oposición fundamental entre el simbolismo marcado por la discontinuidad y el conocimiento marcado por la continuidad.” (…). “Todo ocurrió como si la humanidad hubiera adquirido, de un solo golpe, una inmensa propiedad y su plan detallado, así como el conocimiento de su relación recíproca, pero hubiera necesitado millones de años para aprender qué símbolos determinados del plan representaban los diferentes aspectos de esa propiedad.” (Lévi-Strauss; 1979:39).


     Claude Lévi-Strauss (Citado en: Fages; 1974:67) expresa que el hombre en su empeño por conocer el mundo, goza de un excedente de significante con relación a los significados, que posteriormente son distribuidos de acuerdo a las leyes del pensamiento simbólico. Es decir, el proceso de adecuación de significado y significante, no va a ser un proceso al azar sino que va a estar determinados por leyes de correspondencias, es decir deben estar completamente cohesionados con las estructuras de oposiciones binarias dentro de relaciones lógicas formando sistemas simbólicos. El pensamiento simbólico surge de ese excedente de significante, en el que se disciplina parcialmente, haciendo coincidir significante y significado, “Su ambición es estructural en el sentido de que sus significantes, tienden a una correspondencia lo más exacta posible con los significados, los contenidos, y a las delimitaciones de estos últimos.” (Fages; 1974:67). De esta manera, surge el sistema significante en simultaneidad con el significado, como dos bloques complementarios entre sí (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173). Es a partir de este momento, cuando los seres humanos abandonan el estado de naturaleza y pasan al estado de cultura, en el que los seres humanos no solamente van a expresar los significados sino también los van a transmitir de generación en generación a través de un nuevo sistema de comunicación y cohesión social basado en signos y símbolos, en el que no solamente vamos a tener el nacimiento de la cultura, sino también del individuo social y de las sociedades. El ser humano abandona el estado de naturaleza y pasa al estado de cultura con el pensamiento simbólico:
         
           El pensamiento simbólico (mágico, mítico, totémico, poético, estético, lúdico) aborda el mundo físico de modo «supremamente concreto», fijándose en las cualidades sensibles; tras postular un determinismo global, se aplica sobre un universo instrumental finito, cerrado, limitándose a reorganizarlo mediante permutaciones -especie de «bricolage» o arte de chapucería-; opera con signos sensibles, es decir, a base de «conceptos sumergidos en imágenes», síntesis intermedia de imagen y concepto, idóneos para significar; se sitúa, así, en el orden de la metáfora, en discontinuidad con lo real, configurando la inteligencia del mundo real por analogía con una previa imagen del mundo; practica, en fin, una «filosofía de la finitud» (PS, p. 353/386) Y funda una ciencia concreta, que alcanza un tipo de saber positivo en el plano de lo sensible: las artes básicas de la civilización surgidas en el neolítico. Sus resultados efectivos son casuales, pero frecuentes; y sus errores son imputables más a fallos en la identificación de los elementos significantes, a la inadecuación entre significante y significado, que no a los principios lógicos utilizados. (Gómez García; 1981:171).


     La adecuación de significado y significante, no solamente va a permitir que los humanos expresen y materialicen los significados a través de signos y símbolos, sino que además, al estar determinados por las estructuras de oposiciones binarias y regidos por la lógica del pensamiento salvaje, estos signos y símbolos va a estar distribuidos en sistemas simbólicos. Es decir, oposiciones binarias como pueden ser bueno/malo puede ser expresado como Dios/diablo, sagrado/profano, santo/pecador, cielo/infierno, recompensa/castigo, etc. que en conjunto forman un sistema diagramático que se materializa y permite que exista la religión en una sociedad. De igual manera las oposiciones bueno/malo también pueden originar otros tipos de sistema, ya que existen significados que se pueden expresar con más de un significante (esto es lo que se conoce como significado flotante), con lo cual una cultura no solamente expresa lo bueno/malo a través de la religión sino también con otros sistemas.  Los mismo ocurre con las oposiciones alegría/tristeza, placer/dolor, tranquilidad/angustia, bonito/feo, rico/pobre, progreso/atraso, etc., cada una de estas oposiciones van a ser expresados a través de significantes los cuales van a ir formando múltiples sistemas de signos y símbolos que se encuentran en la mente humana y van a permitir dar vida a todo tipo de creencia, mitos, ritos, creencias, costumbres, modos de vida, y toda clase de pensamiento y expresión humana, que van a ser transmitidos de generación en generación. De esta manera la cultura se nos presenta como como:

          La cultura puede considerarse como un conjunto de sistemas simbólicos que tienen situados en primer término el lenguaje, las reglas matrimoniales, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión. Estos sistemas tienen como finalidad expresar determinados aspectos de la realidad física y de la realidad social, e incluso las relaciones de estos dos tipos entre sí, y la que estos sistemas simbólicos guardan los unos frente a los otros. El que no lo consigan de una forma totalmente satisfactoria y, sobre todo, equivalente, es primeramente resultado de las condiciones de funcionamiento propias de cada sistema, además de que la historia coloca en estos sistemas elementos extraños, al mismo tiempo que produce trasplantes de una sociedad a otra y diferencias de ritmo de evolución en cada sistema particular. (Lévi-Strauss; 1979:20).

     Detrás de todo pensamiento, creencia, mito, rito, religión, modo de vida, costumbre y toda expresión y comportamiento humano, subyace un sistema simbólico inconsciente que determina su materialización y existencia. Dentro de las culturas subyacen estructuras compuestas de signos y símbolos que funcionan a modo de sistema, y es esta organización sistémica lo que les da vida: “Los contenidos empíricos, los objetos, símbolos y personajes que aparecen no significan por sí mismo sino que se vuelven significativos dentro del sistema de relaciones o estructura que revelan.” (Gómez García; 1981:131). Aquello que expresa la cultura a nivel superficial, no es más que el reflejo de una serie de mecanismos fijos que se hallan en un nivel estructural, cuyos mecanismos se encuentran perfectamente ordenados, formados por elementos que combinados entre sí dan lugar a las diferentes expresiones culturales. En este sentido, tenemos que en estos sistemas, lo importante no van a ser los signos sino más bien cómo están combinados, ya que los signos y símbolos sólo pueden tener significado y ejercer funciones siempre y cuando pertenezcan a sistemas, regidos por leyes internas (Lévi-Strauss; 1987:35). De esta manera, los sistemas simbólicos no solamente van a permitir expresar los significados, sino que además a partir de la manera en cómo se encuentren ordenados, además de cumplir funciones van a generar sentido. La vida humana y todo lo que realizan los seres humanos tienen sentido, sin embargo, se encuentra a un nivel inconsciente; los seres humanos sólo son conscientes de los significados; “Las grandes manifestaciones de la vida social tienen en común con la obra de arte el hecho de nacer al nivel de la vida inconsciente…” (Lévi-Strauss; 1988:125).

     En las culturas subyace una instancia objetiva y universal, con leyes estructurantes que rigen todos los sistemas de representaciones, significado, sentido, estados afectivos y pensamiento expresado por cada individuo, cultura y sociedad. Las costumbres son impuestas externamente y anteceden los sentimientos internos y cómo podrán y deberán manifestarse las emociones, según Lévi-Strauss responde al funcionamiento de las estructuras lógica inconscientes (Gómez García; 1981:54). La cultura actúa sobre el individuo modelando su conducta, pero de manera inconsciente, los motivos por el cual se practican las tradiciones culturales permanecen inconscientes al individuo; la afectividad no es causa sino efecto. La cultura va a cohesionar a los individuos imponiéndoles, normas, reglas, valores morales, costumbres, ideas, modos de vida. Todas las sociedades moldean a los individuos, imponiéndoles, no solo normas, reglas y valores morales, y acerca de lo que es bueno y malo tanto para la sociedad como para los individuos; de esta manera, tenemos que la sociedad cohesiona a los individuos imponiendo ciertos valores, creencia, costumbres, modos de vida y comportamiento;

          Y, en el fondo, esto es lo que de tan singular tiene el concepto de coerción social, pues todo lo que implica es que las maneras colectivas de actuar o de pensar tienen una realidad fuera de los individuos, los cuales se ajustan a ella todo el tiempo. Son cosas que tienen una existencia propia. El individuo las encuentra ya formadas y no puede hacer que no sean o que sean de un modo distinto a como son; está, pues, obligado a tomarlas en cuenta, y tanto más difícil (aunque no decimos imposible) es para él modificarlas cuanto que, en grados diversos, participan de la supremacía material y moral que la sociedad tiene sobre sus miembros. (Durkhein; 2001:30).

     Los sistemas simbólicos no solamente van a determinar toda conducta y expresión humana, sino también estos sistemas simbólico van a generar relaciones sociales que se van a combinar entre sí para formar las estructuras sociales. La sociedad no se define solamente como un conjunto de individuos organizados para su supervivencia, sino también implica toda una organización estructural no empírica, en el que encontramos las estructuras económica, política, jurídica e ideológica que se encuentran articulas entre sí, retroalimentándose unas con otras. El funcionamiento de cada una de estas estructuras va a estar determinado por los sistemas simbólicos. En las sociedades encontramos relaciones de parentesco, relaciones de producción, relaciones económicas, relaciones de poder, leyes, normas, educación, etc., que van a utilizar estructuras sociales para perpetuarse y poder funcionar. Sin embargo, estas relaciones y estructuras sociales funcionan a partir de ideas, creencias, valores, normas, acerca de cómo deben funcionar las cosas, que determinan el funcionamiento de las relaciones y estructuras sociales. Todo ese conjunto de ideas, creencias, valores, normas, etc., emanan del sistema simbólico. De esta manera la economía, la política y el sistema jurídico, y la manera en cómo funciona una sociedad está determinado y su funcionamiento dependen de la cultura de una sociedad.

     Llegado a este punto podemos saber cómo fue el proceso de formación de la consciencia, de la cultura, de la sociedad y de los individuos y qué determinó que el ser humano sobreviviera, se adaptara y dominara una naturaleza inhóspita para sus condiciones físico-biológicas limitadas, y cuál es la diferencia de los seres humanos con los demás animales que les permitió formar a las grandes civilización. Sin embargo, al remontarnos al principio de este escrito notamos que todo este proceso fue gracias a la formación de un orden sobreimpuesto al mundo y a la naturaleza, lo que nos habla de una realidad arbitraria, que no es objetiva, sino que fue construida con retazos de pensamiento que el ser humano iba encontrando y les era proporcionado por los órganos de los sentido a la manera de un bricolaje (ver cap.1: La ciencia de lo concreto. En Lévi-Strauss, C. (1997). El pensamiento salvaje. Bogotá: Fondo de cultura económica.), codificando sólo ciertas características de los fenómenos naturales, sin lograr aprehender todas sus cualidades. El pensamiento salvaje crea un orden totalmente arbitrario en torno a las condiciones naturales que no son aprehendidas tal cual son, en este sentido, tenemos que la cultura se nos presenta como un orden sobreimpuesto a las condiciones naturales; la cultura no nos presenta a la naturaleza tal cual es y funciona a través de signos arbitrarios. De esta manera lo que los seres humanos consideran hechos reales, en realidad no es así, ya que la cultura no nos muestra las verdaderas cualidades y naturaleza de los fenómenos y opera mediante mecanismos inconscientes que determinan toda expresión y comportamiento humano; el individuo sólo es consciente de los significados. En este sentido, la cultura se nos presenta como una instancia alienable que opera mediante mecanismos inconsciente para los individuos. Los individuos conscientes no tienen dominio de sus pensamientos, ni expresiones, ni acciones porque incluso el acto individual no solamente está determinado por la cultura, sino además la acción individual encuentra un origen en un inconsciente pulsional que determina las emociones de las acciones individuales (Ver Sigmund Freud. Obras completa: conferencia Introducción al psicoanálisis. Buenos aires: Amorrortu editores.). Todo está determinado por la lógica del pensamiento salvaje, el cual escapa de la consciencia del ser humano y  es en dónde está el origen de la cultura, la sociedad y los individuos.

     El pensamiento salvaje es la base del pensamiento simbólico. Gracias al pensamiento simbólico es que tenemos cultura y sociedad y es lo que le da sentido y significado a todo lo que hace el ser humano, todo basado en una realidad arbitraria, subjetiva y sobreimpuestas a las condiciones naturales que no nos muestras sus verdaderas cualidades y naturaleza. Sin embargo, el ser humano ha podido desarrollar otra clase de pensamiento que se desarrolló a la par del pensamiento simbólico, y a diferencia de éste último, no va a operar con signos sino con conceptos, no aborda al mundo de forma concreta, sino abstracta, no crea estructuras a través de hechos concretos, sino más bien crea hechos concreto a través de estructuras. De esta manera, a través de un proceso de abstracción de la realidad concreta, nos va a mostrar la verdadera realidad que subyace a todos los fenómenos de la naturaleza.  Nos referimos al pensamiento científico:

           El conocimiento científico, en cambio, aborda el mundo físico de modo «supremamente abstracto», buscando las propiedades formales, reales; procede distinguiendo niveles, e interroga constantemente al universo entero, en actitud de apertura sin límites prefijados; opera mediante conceptos inteligibles; se sitúa en el orden de la metonimia, en continuidad con lo real; constituye una ciencia abstracta, que logra un tipo de saber positivo, en el plano de lo inteligible: ciencias y tecnologías modernas. Sus resultados se caracterizan por la necesidad. (Gómez García; 1981:171).


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