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martes, 21 de junio de 2016

EL PENSAMIENTO SALVAJE Y EL GÉNESIS DE LA EXISTENCIA HUMANA: EL ORIGEN DE LA CULTURA, LA SOCIEDAD Y EL INDIVIDUO

     Aunque la paleoantropología, junto con la biología así como la genética, a través de la teoría de la evolución, nos pueden explicar la evolución y origen del ser humano, sin embargo, sólo se limitan a revelar todo el proceso físico-biológico que permitió la aparición del ser humano como especie animal, sin decirnos cuál es el origen de la cultura, la sociedad y los individuos.

     El ser humano no se define solamente como una especie físico-biológica, sino también como una especie psico-socio-cultural. El ser humano es la única especie animal en tener modos de vida, creencias, cosmovisiones, religiones, mitos, rituales, sistemas de parentesco, sistemas económicos, relaciones políticas y jurídicas, etc.; además ha sido la única especie en desarrollar todo un sistema de relaciones sociales único en el reino animal, que les ha permitido conocer, transformar, manipular y en menor medida dominar a la naturaleza, hasta llegar a formas a las grandes civilizaciones que han existidos a lo largo de la historia. Llegado a este punto nos preguntarnos: ¿Qué diferencia a los seres humanos de las demás especie animales que les ha permitido pasar de un estado de naturaleza a cultura? ¿Cómo los seres humanos empiezan a tener cultura? ¿Dónde y cómo se originan sus ideas, creencias, cosmovisiones, religiones, mitos, ritos, modos de vida, costumbres, tradiciones? ¿Cuál es el origen del pensamiento humano? ¿Cómo el ser humano adquiere consciencia? ¿Cómo nacen las sociedades? ¿Cómo nace el individuo social? ¿Por qué el ser humano ha sido la única especie animal en poder crear todas las grandes civilizaciones? ¿Qué determina el nacimiento de la civilización? Para responder a estas preguntas tenemos que remontarnos al momento de la historia de la humanidad, en el que el ser humano se encontraba en un estado natural de existencia; sin lenguaje, sin sistema de creencia, sin religión, sin relaciones de parentescos, sin organización social, sin ningún tipo de consciencia; es decir en un estado salvaje de existencia, y revelar las causas determinantes que permitieron que el ser humano abandonara su estado natural de existencia,  para pasar a un estado de cultura, de consciencia y de civilización, para de esta manera adaptarse, manipular y dominar la naturaleza y el mundo.   

     En estado natural de existencia, el ser humano tiene que vivir en una naturaleza que no conoce y con un organismo físico-biológico limitado para las condiciones medioambientales en las que se encontraba, bajo estas condiciones ¿Cómo el ser humano pudo adaptarse y sobrevivir a esta naturaleza desconocida y a estas condiciones medioambientales con un organismo limitado y sin ningún tipo de conocimiento, ni cultura, ni sociedad?

     El ser humano en estado natural de existencia o en estado salvaje, no sabe lo que es la naturaleza, no se reconoce a sí mismo, ni tampoco tiene identidad, no sabe cuál es su lugar en la tierra ni en el universo, no posee ningún tipo de consciencia, no tiene lenguaje, ni cultura ni sociedad y no goza de una organización social y la existencia del individuo sólo se limita a la especie animal; el individuo social no existe. En este estado natural de existencia, el ser humano va adoptar un tipo de pensamiento único en todo el reino animal que les va a permitir a la postre separase de los demás animales, conocer a la naturaleza, adquirir un estado de consciencia, adaptarse a las condiciones medioambientales, poseer cultura, crear a la sociedad y a los individuos sociales y formar las grande civilizaciones. El pensamiento salvaje nos va a decir cómo el ser humano pasó de ser una simple especie animal a convertirse en seres humanos con cultura; “…ese <<pensamiento salvaje>> que no es para nosotros, el pensamiento de los salvajes, ni el de la humanidad primitiva o arcaica, sino el pensamiento en estado salvaje, distinto del pensamiento cultivado o domesticado con vista a obtener un rendimiento.” (Lévi-Strauss; 1997:317). Este pensamiento salvaje lo encontramos en las religiones, mitos,  ritos, en la vida cotidiana, en las opiniones, cosmovisiones, en la ideología y en toda expresión, acción y pensamiento humano. El pensamiento salvaje es la base en donde se construye todo pensamiento, cultura, expresión y comportamiento humano y además son las bases que permiten la formación de las sociedades. Se trata de un pensamiento analítico y sintético, que logra encuadrar todo en una totalidad coherente, elevándose desde las cosas concretas hasta relacionarlas en sistemas abstractos (Gómez García; 1981:165).

     En estado natural de existencia o estado salvaje, el ser humano lo único que va a recibir son estímulos externos mediados por los órganos de los sentidos, y es a partir de este momento que el pensamiento salvaje va a empezar a operar. En estado salvaje la naturaleza se presenta ante los seres humanos, como algo confuso y difícil de explicar que, sin embargo, es necesario ordenar, lo cual sólo es posible a través de la mente (Lévi-Strauss citado en Moragón Martínez; 2007:10). El pensamiento salvaje introduce un principio de orden al universo, a través de una clasificación rigurosa de todos los elementos que recibe de la percepción sensible (Gómez García; 1981:165), lo que permite realizar una reordenación y estructuración en la mente, de todos los estímulos que recibe de los órganos de los sentidos. El pensamiento salvaje, funciona mediante una lógica clasificatoria que somete los acontecimientos contingentes concretos externos, estableciendo relaciones necesarias y ordenamientos globales; impone formas constantes a términos variables y heteróclitos, configurando sistemas de clasificación (Gómez García; 1981:165). Todo conocimiento que ostentan los seres humanos se construye por intermedio de la sensibilidad, es decir a través de los sentidos, sin embargo la  realidad que percibe los seres humanos en estado natural es transformada por el pensamiento salvaje. Este proceso de clasificación, estructuración y ordenamiento de los estímulos recibidos por parte de los órganos de los sentidos, no se va a llevar a cabo al azar, sino que va a estar determinado por relaciones lógicas, que se encuentran en la mente humana; “Esta lógica opera, un poco, a la manera del caleidoscopio: instrumento que contiene también sobras y trozos, por medio de los cuales se realizan ordenamientos culturales.” (Lévi-Strauss; 1997:61).

     El entendimiento del mundo sensible, se lleva a cabo primeramente a través de la deducción empírica, es decir que a partir de la observación de la naturaleza se infieren relaciones lógicas, que se van a presentar como base para determinadas oposiciones binarias; es decir la naturaleza va a proporcionar el material que posteriormente va a ser objeto de pensamiento, sin embargo, solamente va a conservar un número reducidos de los elementos que recibe por parte de los órganos de los sentidos y estos a su vez van a ser expresados en pares de oposiciones  (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:166). Las condiciones naturaleza para los seres humanos se transforman en objeto de pensamiento, sin embargo, el ser humano no logra aprehenderlas tal cual son, sino más bien lo que hace es codificar sus características en pares de oposiciones; los órganos de los sentidos, nunca reciben una imagen fiel de lo que sucede en la naturaleza, ni tampoco nos muestra las verdaderas cualidades de los fenómenos, sino más bien lo que hace es transmitir ciertas características de los fenómenos a través de oposiciones binarias. El ojo humano, no recibe nunca una imagen fiel de los objetos del mundo sensible, sino más bien lo que hace es codificar sus características en sistemas de oposiciones binarias como pueden ser, oposición entre movimiento y reposo, presencia o ausencia de color, cambios en claridad u oscuridad, objetos de perfiles positiva o negativamente curvos, sentido del movimiento (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:187). Una vez que el cerebro recibe esa información, la mente humana realiza una síntesis estructural, reconstruyendo así, una realidad que nunca fue percibida tal cual se presenta en la naturaleza; la función analítica corresponde al cerebro, sin embargo, lo que éste procesa proviene del material proporcionado tanto por los órganos visuales, así como también los del oído y el olfato (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:187).

     Las operaciones dirigidas por los sentidos, tienen un aspecto intelectual en el sentido que, los datos externos de origen geológicos, botánicos, zoológicos, etc., no son aprehendidos en sí mismo, sino más bien son producto de la acción conjunto de los sentidos y del entendimiento (Lévi-Strauss citado en: Gómez García; 1981:187). En este sentido, tenemos que el pensamiento no se articula directamente en el mundo sensible, entre uno y otro se interpone procedimientos analíticos que anticipan la actividad cerebral y operan en la retina misma (Lévi-Strauss; 2000: 613). En este sentido, tenemos que el entendimiento humano nace a partir de una relación dialéctica entre el cerebro y las condiciones medioambientales, los cuales se prestan a múltiples elaboraciones, que los encontramos reflejados en los múltiples sistemas culturales, por lo tanto, tenemos que aunque el cerebro humano opera mediante lógicas deterministas, éste no genera por sí solo los sistemas culturales, sino más bien estos sistemas son productos de una relación entre el cerebro, los órganos de los sentidos y las condiciones medioambientales (Gómez García; 1981:60). Los seres humanos no experimentan las condiciones naturales tal cual son, sino más bien es el cerebro junto con los órganos de los sentidos las que las define y les dan un sentido.

     El pensamiento salvaje funciona mediante una lógica clasificatoria: va clasificando todo lo que recibe del mundo exterior a través de permutaciones y contrastes hasta formar estructuras de oposiciones binarias, “Este último se define en función de una axiomática implícita por la cual toda clasificación procede por parejas de contrastes: se detiene uno en la clasificación, solamente, cuando llega el momento en que ya no es posible oponerse.” (Lévi-Strauss; 1997:315). Los estímulos naturales, captados a través de los sentidos sufren un proceso de segmentación a través de variaciones diferenciales, es decir se produce un proceso de clasificación, el cerebro las articula en oposiciones de tipo binario, hasta que logra delinear un sistema completo basado en diferencias y oposiciones (Gómez García; 1981:65). Las condiciones naturales para los seres humanos se convierten en objeto de pensamiento, éste las reduce a conceptos para después desprender de ellas un sistema que nunca va a estar predeterminado (Levi-Strauss; 1997:192).

     Las oposiciones binarias van a formar estructuras totalmente coherente, que van a servir de base para la formación de sistemas de significados. Con estos sistemas de significados el mundo y la naturaleza y todas las acciones que van a realizar los seres humanos van a tener significado y van a estar mediadas con un fin. En este sentido los seres humanos no solamente van a adquirir conocimiento acerca del mundo y la naturaleza, sino también vamos a estar en presencia de un primer estado de consciencia. Desde el momento en que el mundo y la naturaleza se vuelven significativos para los seres humanos, todas las cosas y fenómenos de la naturaleza van a ser reconocidos y el ser humano va a tener conocimiento de lo que son y de lo que significan, es decir van a empezar a tener consciencia del mundo y de la naturaleza, sin embargo, solo van a ser consciente de los significados mientras que todo el proceso anterior de codificación y clasificación de la naturaleza, así como las estructuras de oposiciones binarias, va a estar a un nivel inconsciente. Es así cómo vamos a estar en presencia de un primer estado de consciencia:

         La conciencia es, en principio, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensorio que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que la actitud de los hombres es puramente animal y al que se someten como el ganado; es, por tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza (religión natural). (Engels y Marx; 1980:29).

     Con los sistemas de significados, los seres humanos van a empezar a conocer al mundo y a la naturaleza, por lo tanto, toda acción humana va a obedecer a un fin, lo que les va a permitir sobrevivir bajo un ambiente inhóspito para las características biológicas del ser humanos. Los seres humanos no pueden sobrevivir solamente valiéndose de su condición natural, ya que se encuentran desprovistos de instintos que los guíen hacia la supervivencia, lo que implica que no podrían encontrar los materiales orgánicos e inorgánicos destinados a cubrir sus necesidades ya que la naturaleza se les presentaría como un ambiente inhóspito, pues los humanos poseen un organismo desfasado, en el sentido que no está adaptado al ambiente en que se encuentran (Desiato; 2001:50). Sin embargo cuando cada acción significa algo y obedece a un fin y al haber adquirido un estado de consciencia que les permitió conocer al mundo y la naturaleza, fue posible adaptarse a estas condiciones medioambientales y poder sobrevivir.

     Las estructuras de oposiciones binarias se transforman en sistemas significativos, es decir, oposiciones como peligro/no peligro, bestia mala/bestia buena, huir/no huir, alimento/no alimento; pueden empezar a significar vida/muerte, bueno/malo, alegría/tristeza, placer/dolor, tranquilidad/angustia, etc.; de esta manera bestia mala puede significar huir y, huir puede significar no-muerte, no muerte puede significar alegría, alimento bueno puede significar tranquilidad, etc.; todos funcionando bajo un sistema completamente cohesionado. En este sentido, tenemos que en esta primera etapa de la humanidad las acciones humanas van a estar guiadas por los significados de vida, muerte, bueno, malo, alegría, tristeza, etc. De esta manera, el sistema de significados permitió que el ser humano se adaptara y sobreviviera bajo un ambiente inhóspito. Las demás especies animales también poseen unas estructuras de oposiciones binarias, sin embargo no pueden ni darle significados ni tampoco, adquirir consciencia en base a estas estructuras binarias como lo hace el ser humano. Sin embargo sobreviven porque tienen un organismo adaptado a las condiciones naturales. El ser humano no posee un organismo adaptado a las condiciones naturales pero al adoptar un sistema de significado, es que pudieron sobrevivir en esta primera etapa de la humanidad. Este fue el primer salto del ser humanos hacia un estado de cultura y representa el primer momento en que los seres humanos se separan de los demás animales.

     Aunque los sistemas de significados les hayan permitido a los seres humanos conocer y adaptarse a la naturaleza, sin embargo los seres humanos aún no pueden ni expresar, ni tampoco transmitir estos significados ya que no poseen los significantes para poder expresarlos; en esta primera etapa la comunicación estaba basado en señales y la cultura y el individuo social no existía. Cuando el mundo y la naturaleza se vuelven significativos para los seres humanos, éstos deben encontrar los significantes que les permitan expresar y transmitir estos significados. Sin embargo, “El proceso intelectual que permite identificar ciertos aspectos del significante y ciertos aspectos del significado unos por relación a otros (...), no se puso en camino sino muy lentamente.” (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173). Los significados van a permanecer trabados por cierto tiempo ya que los seres humanos no saben que símbolos usar para representarlos; el mundo para los humanos se hizo y de forma súbita, significativo aun sin saber lo que significaba (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173).

          Hay, por tanto, en la historia del espíritu humano una oposición fundamental entre el simbolismo marcado por la discontinuidad y el conocimiento marcado por la continuidad.” (…). “Todo ocurrió como si la humanidad hubiera adquirido, de un solo golpe, una inmensa propiedad y su plan detallado, así como el conocimiento de su relación recíproca, pero hubiera necesitado millones de años para aprender qué símbolos determinados del plan representaban los diferentes aspectos de esa propiedad.” (Lévi-Strauss; 1979:39).


     Claude Lévi-Strauss (Citado en: Fages; 1974:67) expresa que el hombre en su empeño por conocer el mundo, goza de un excedente de significante con relación a los significados, que posteriormente son distribuidos de acuerdo a las leyes del pensamiento simbólico. Es decir, el proceso de adecuación de significado y significante, no va a ser un proceso al azar sino que va a estar determinados por leyes de correspondencias, es decir deben estar completamente cohesionados con las estructuras de oposiciones binarias dentro de relaciones lógicas formando sistemas simbólicos. El pensamiento simbólico surge de ese excedente de significante, en el que se disciplina parcialmente, haciendo coincidir significante y significado, “Su ambición es estructural en el sentido de que sus significantes, tienden a una correspondencia lo más exacta posible con los significados, los contenidos, y a las delimitaciones de estos últimos.” (Fages; 1974:67). De esta manera, surge el sistema significante en simultaneidad con el significado, como dos bloques complementarios entre sí (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173). Es a partir de este momento, cuando los seres humanos abandonan el estado de naturaleza y pasan al estado de cultura, en el que los seres humanos no solamente van a expresar los significados sino también los van a transmitir de generación en generación a través de un nuevo sistema de comunicación y cohesión social basado en signos y símbolos, en el que no solamente vamos a tener el nacimiento de la cultura, sino también del individuo social y de las sociedades. El ser humano abandona el estado de naturaleza y pasa al estado de cultura con el pensamiento simbólico:
         
           El pensamiento simbólico (mágico, mítico, totémico, poético, estético, lúdico) aborda el mundo físico de modo «supremamente concreto», fijándose en las cualidades sensibles; tras postular un determinismo global, se aplica sobre un universo instrumental finito, cerrado, limitándose a reorganizarlo mediante permutaciones -especie de «bricolage» o arte de chapucería-; opera con signos sensibles, es decir, a base de «conceptos sumergidos en imágenes», síntesis intermedia de imagen y concepto, idóneos para significar; se sitúa, así, en el orden de la metáfora, en discontinuidad con lo real, configurando la inteligencia del mundo real por analogía con una previa imagen del mundo; practica, en fin, una «filosofía de la finitud» (PS, p. 353/386) Y funda una ciencia concreta, que alcanza un tipo de saber positivo en el plano de lo sensible: las artes básicas de la civilización surgidas en el neolítico. Sus resultados efectivos son casuales, pero frecuentes; y sus errores son imputables más a fallos en la identificación de los elementos significantes, a la inadecuación entre significante y significado, que no a los principios lógicos utilizados. (Gómez García; 1981:171).


     La adecuación de significado y significante, no solamente va a permitir que los humanos expresen y materialicen los significados a través de signos y símbolos, sino que además, al estar determinados por las estructuras de oposiciones binarias y regidos por la lógica del pensamiento salvaje, estos signos y símbolos va a estar distribuidos en sistemas simbólicos. Es decir, oposiciones binarias como pueden ser bueno/malo puede ser expresado como Dios/diablo, sagrado/profano, santo/pecador, cielo/infierno, recompensa/castigo, etc. que en conjunto forman un sistema diagramático que se materializa y permite que exista la religión en una sociedad. De igual manera las oposiciones bueno/malo también pueden originar otros tipos de sistema, ya que existen significados que se pueden expresar con más de un significante (esto es lo que se conoce como significado flotante), con lo cual una cultura no solamente expresa lo bueno/malo a través de la religión sino también con otros sistemas.  Los mismo ocurre con las oposiciones alegría/tristeza, placer/dolor, tranquilidad/angustia, bonito/feo, rico/pobre, progreso/atraso, etc., cada una de estas oposiciones van a ser expresados a través de significantes los cuales van a ir formando múltiples sistemas de signos y símbolos que se encuentran en la mente humana y van a permitir dar vida a todo tipo de creencia, mitos, ritos, creencias, costumbres, modos de vida, y toda clase de pensamiento y expresión humana, que van a ser transmitidos de generación en generación. De esta manera la cultura se nos presenta como como:

          La cultura puede considerarse como un conjunto de sistemas simbólicos que tienen situados en primer término el lenguaje, las reglas matrimoniales, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión. Estos sistemas tienen como finalidad expresar determinados aspectos de la realidad física y de la realidad social, e incluso las relaciones de estos dos tipos entre sí, y la que estos sistemas simbólicos guardan los unos frente a los otros. El que no lo consigan de una forma totalmente satisfactoria y, sobre todo, equivalente, es primeramente resultado de las condiciones de funcionamiento propias de cada sistema, además de que la historia coloca en estos sistemas elementos extraños, al mismo tiempo que produce trasplantes de una sociedad a otra y diferencias de ritmo de evolución en cada sistema particular. (Lévi-Strauss; 1979:20).

     Detrás de todo pensamiento, creencia, mito, rito, religión, modo de vida, costumbre y toda expresión y comportamiento humano, subyace un sistema simbólico inconsciente que determina su materialización y existencia. Dentro de las culturas subyacen estructuras compuestas de signos y símbolos que funcionan a modo de sistema, y es esta organización sistémica lo que les da vida: “Los contenidos empíricos, los objetos, símbolos y personajes que aparecen no significan por sí mismo sino que se vuelven significativos dentro del sistema de relaciones o estructura que revelan.” (Gómez García; 1981:131). Aquello que expresa la cultura a nivel superficial, no es más que el reflejo de una serie de mecanismos fijos que se hallan en un nivel estructural, cuyos mecanismos se encuentran perfectamente ordenados, formados por elementos que combinados entre sí dan lugar a las diferentes expresiones culturales. En este sentido, tenemos que en estos sistemas, lo importante no van a ser los signos sino más bien cómo están combinados, ya que los signos y símbolos sólo pueden tener significado y ejercer funciones siempre y cuando pertenezcan a sistemas, regidos por leyes internas (Lévi-Strauss; 1987:35). De esta manera, los sistemas simbólicos no solamente van a permitir expresar los significados, sino que además a partir de la manera en cómo se encuentren ordenados, además de cumplir funciones van a generar sentido. La vida humana y todo lo que realizan los seres humanos tienen sentido, sin embargo, se encuentra a un nivel inconsciente; los seres humanos sólo son conscientes de los significados; “Las grandes manifestaciones de la vida social tienen en común con la obra de arte el hecho de nacer al nivel de la vida inconsciente…” (Lévi-Strauss; 1988:125).

     En las culturas subyace una instancia objetiva y universal, con leyes estructurantes que rigen todos los sistemas de representaciones, significado, sentido, estados afectivos y pensamiento expresado por cada individuo, cultura y sociedad. Las costumbres son impuestas externamente y anteceden los sentimientos internos y cómo podrán y deberán manifestarse las emociones, según Lévi-Strauss responde al funcionamiento de las estructuras lógica inconscientes (Gómez García; 1981:54). La cultura actúa sobre el individuo modelando su conducta, pero de manera inconsciente, los motivos por el cual se practican las tradiciones culturales permanecen inconscientes al individuo; la afectividad no es causa sino efecto. La cultura va a cohesionar a los individuos imponiéndoles, normas, reglas, valores morales, costumbres, ideas, modos de vida. Todas las sociedades moldean a los individuos, imponiéndoles, no solo normas, reglas y valores morales, y acerca de lo que es bueno y malo tanto para la sociedad como para los individuos; de esta manera, tenemos que la sociedad cohesiona a los individuos imponiendo ciertos valores, creencia, costumbres, modos de vida y comportamiento;

          Y, en el fondo, esto es lo que de tan singular tiene el concepto de coerción social, pues todo lo que implica es que las maneras colectivas de actuar o de pensar tienen una realidad fuera de los individuos, los cuales se ajustan a ella todo el tiempo. Son cosas que tienen una existencia propia. El individuo las encuentra ya formadas y no puede hacer que no sean o que sean de un modo distinto a como son; está, pues, obligado a tomarlas en cuenta, y tanto más difícil (aunque no decimos imposible) es para él modificarlas cuanto que, en grados diversos, participan de la supremacía material y moral que la sociedad tiene sobre sus miembros. (Durkhein; 2001:30).

     Los sistemas simbólicos no solamente van a determinar toda conducta y expresión humana, sino también estos sistemas simbólico van a generar relaciones sociales que se van a combinar entre sí para formar las estructuras sociales. La sociedad no se define solamente como un conjunto de individuos organizados para su supervivencia, sino también implica toda una organización estructural no empírica, en el que encontramos las estructuras económica, política, jurídica e ideológica que se encuentran articulas entre sí, retroalimentándose unas con otras. El funcionamiento de cada una de estas estructuras va a estar determinado por los sistemas simbólicos. En las sociedades encontramos relaciones de parentesco, relaciones de producción, relaciones económicas, relaciones de poder, leyes, normas, educación, etc., que van a utilizar estructuras sociales para perpetuarse y poder funcionar. Sin embargo, estas relaciones y estructuras sociales funcionan a partir de ideas, creencias, valores, normas, acerca de cómo deben funcionar las cosas, que determinan el funcionamiento de las relaciones y estructuras sociales. Todo ese conjunto de ideas, creencias, valores, normas, etc., emanan del sistema simbólico. De esta manera la economía, la política y el sistema jurídico, y la manera en cómo funciona una sociedad está determinado y su funcionamiento dependen de la cultura de una sociedad.

     Llegado a este punto podemos saber cómo fue el proceso de formación de la consciencia, de la cultura, de la sociedad y de los individuos y qué determinó que el ser humano sobreviviera, se adaptara y dominara una naturaleza inhóspita para sus condiciones físico-biológicas limitadas, y cuál es la diferencia de los seres humanos con los demás animales que les permitió formar a las grandes civilización. Sin embargo, al remontarnos al principio de este escrito notamos que todo este proceso fue gracias a la formación de un orden sobreimpuesto al mundo y a la naturaleza, lo que nos habla de una realidad arbitraria, que no es objetiva, sino que fue construida con retazos de pensamiento que el ser humano iba encontrando y les era proporcionado por los órganos de los sentido a la manera de un bricolaje (ver cap.1: La ciencia de lo concreto. En Lévi-Strauss, C. (1997). El pensamiento salvaje. Bogotá: Fondo de cultura económica.), codificando sólo ciertas características de los fenómenos naturales, sin lograr aprehender todas sus cualidades. El pensamiento salvaje crea un orden totalmente arbitrario en torno a las condiciones naturales que no son aprehendidas tal cual son, en este sentido, tenemos que la cultura se nos presenta como un orden sobreimpuesto a las condiciones naturales; la cultura no nos presenta a la naturaleza tal cual es y funciona a través de signos arbitrarios. De esta manera lo que los seres humanos consideran hechos reales, en realidad no es así, ya que la cultura no nos muestra las verdaderas cualidades y naturaleza de los fenómenos y opera mediante mecanismos inconscientes que determinan toda expresión y comportamiento humano; el individuo sólo es consciente de los significados. En este sentido, la cultura se nos presenta como una instancia alienable que opera mediante mecanismos inconsciente para los individuos. Los individuos conscientes no tienen dominio de sus pensamientos, ni expresiones, ni acciones porque incluso el acto individual no solamente está determinado por la cultura, sino además la acción individual encuentra un origen en un inconsciente pulsional que determina las emociones de las acciones individuales (Ver Sigmund Freud. Obras completa: conferencia Introducción al psicoanálisis. Buenos aires: Amorrortu editores.). Todo está determinado por la lógica del pensamiento salvaje, el cual escapa de la consciencia del ser humano y  es en dónde está el origen de la cultura, la sociedad y los individuos.

     El pensamiento salvaje es la base del pensamiento simbólico. Gracias al pensamiento simbólico es que tenemos cultura y sociedad y es lo que le da sentido y significado a todo lo que hace el ser humano, todo basado en una realidad arbitraria, subjetiva y sobreimpuestas a las condiciones naturales que no nos muestras sus verdaderas cualidades y naturaleza. Sin embargo, el ser humano ha podido desarrollar otra clase de pensamiento que se desarrolló a la par del pensamiento simbólico, y a diferencia de éste último, no va a operar con signos sino con conceptos, no aborda al mundo de forma concreta, sino abstracta, no crea estructuras a través de hechos concretos, sino más bien crea hechos concreto a través de estructuras. De esta manera, a través de un proceso de abstracción de la realidad concreta, nos va a mostrar la verdadera realidad que subyace a todos los fenómenos de la naturaleza.  Nos referimos al pensamiento científico:

           El conocimiento científico, en cambio, aborda el mundo físico de modo «supremamente abstracto», buscando las propiedades formales, reales; procede distinguiendo niveles, e interroga constantemente al universo entero, en actitud de apertura sin límites prefijados; opera mediante conceptos inteligibles; se sitúa en el orden de la metonimia, en continuidad con lo real; constituye una ciencia abstracta, que logra un tipo de saber positivo, en el plano de lo inteligible: ciencias y tecnologías modernas. Sus resultados se caracterizan por la necesidad. (Gómez García; 1981:171).


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Lévi-Strauss, C. (1988). Tristes trópicos. Buenos Aires: Paidos.

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 Moragón Martínez, L. (2007). Estructuralismo y posestructuralismo en arqueología. Arqueoweb: Revista sobre Arqueología en Internet, Vol. 9, Nº. 1. Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2326225

BIBLIOGRAFÍAS CONSULTADAS

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Labusthe-Tolra, P. y Warnier, J. (1998). Etnología y antropología. Madrid: Ediciones AKAL TEXTOS.

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