Aunque la paleoantropología, junto con
la biología así como la genética, a través de la teoría de la evolución, nos
pueden explicar la evolución y origen del ser humano, sin embargo, sólo se
limitan a revelar todo el proceso físico-biológico que permitió la aparición
del ser humano como especie animal, sin decirnos cuál es el origen de la
cultura, la sociedad y los individuos.
El ser humano
no se define solamente como una especie físico-biológica, sino también como una
especie psico-socio-cultural. El ser humano es la única especie animal en tener
modos de vida, creencias, cosmovisiones, religiones, mitos, rituales, sistemas
de parentesco, sistemas económicos, relaciones políticas y jurídicas, etc.;
además ha sido la única especie en desarrollar todo un sistema de relaciones
sociales único en el reino animal, que les ha permitido conocer, transformar,
manipular y en menor medida dominar a la naturaleza, hasta llegar a formas a
las grandes civilizaciones que han existidos a lo largo de la historia. Llegado
a este punto nos preguntarnos: ¿Qué diferencia a los seres humanos de las demás
especie animales que les ha permitido pasar de un estado de naturaleza a
cultura? ¿Cómo los seres humanos empiezan a tener cultura? ¿Dónde y cómo se
originan sus ideas, creencias, cosmovisiones, religiones, mitos, ritos, modos
de vida, costumbres, tradiciones? ¿Cuál es el origen del pensamiento humano?
¿Cómo el ser humano adquiere consciencia? ¿Cómo nacen las sociedades? ¿Cómo
nace el individuo social? ¿Por qué el ser humano ha sido la única especie
animal en poder crear todas las grandes civilizaciones? ¿Qué determina el
nacimiento de la civilización? Para responder a estas preguntas tenemos que
remontarnos al momento de la historia de la humanidad, en el que el ser humano
se encontraba en un estado natural de existencia; sin lenguaje, sin sistema de
creencia, sin religión, sin relaciones de parentescos, sin organización social,
sin ningún tipo de consciencia; es decir en un estado salvaje de existencia, y
revelar las causas determinantes que permitieron que el ser humano abandonara
su estado natural de existencia, para pasar a un estado de cultura, de
consciencia y de civilización, para de esta manera adaptarse, manipular y
dominar la naturaleza y el mundo.
En estado natural de existencia, el ser humano tiene que vivir en una
naturaleza que no conoce y con un organismo físico-biológico limitado para las
condiciones medioambientales en las que se encontraba, bajo estas condiciones
¿Cómo el ser humano pudo adaptarse y sobrevivir a esta naturaleza desconocida y
a estas condiciones medioambientales con un organismo limitado y sin ningún
tipo de conocimiento, ni cultura, ni sociedad?
El ser humano
en estado natural de existencia o en estado salvaje, no sabe lo que es la
naturaleza, no se reconoce a sí mismo, ni tampoco tiene identidad, no sabe cuál
es su lugar en la tierra ni en el universo, no posee ningún tipo de
consciencia, no tiene lenguaje, ni cultura ni sociedad y no goza de una
organización social y la existencia del individuo sólo se limita a la especie
animal; el individuo social no existe. En este estado natural de existencia, el
ser humano va adoptar un tipo de pensamiento único en todo el reino animal que
les va a permitir a la postre separase de los demás animales, conocer a la
naturaleza, adquirir un estado de consciencia, adaptarse a las condiciones
medioambientales, poseer cultura, crear a la sociedad y a los individuos
sociales y formar las grande civilizaciones. El pensamiento salvaje nos va a
decir cómo el ser humano pasó de ser una simple especie animal a convertirse en
seres humanos con cultura; “…ese <<pensamiento salvaje>> que no es
para nosotros, el pensamiento de los salvajes, ni el de la humanidad primitiva
o arcaica, sino el pensamiento en estado salvaje, distinto del pensamiento
cultivado o domesticado con vista a obtener un rendimiento.” (Lévi-Strauss;
1997:317). Este pensamiento salvaje lo encontramos en las religiones,
mitos, ritos, en la vida cotidiana, en las opiniones, cosmovisiones, en
la ideología y en toda expresión, acción y pensamiento humano. El pensamiento
salvaje es la base en donde se construye todo pensamiento, cultura, expresión y
comportamiento humano y además son las bases que permiten la formación de las
sociedades. Se trata de un pensamiento analítico y sintético, que logra
encuadrar todo en una totalidad coherente, elevándose desde las cosas concretas
hasta relacionarlas en sistemas abstractos (Gómez García; 1981:165).
En estado
natural de existencia o estado salvaje, el ser humano lo único que va a recibir
son estímulos externos mediados por los órganos de los sentidos, y es a partir
de este momento que el pensamiento salvaje va a empezar a operar. En estado
salvaje la naturaleza se presenta ante los seres humanos, como algo confuso y
difícil de explicar que, sin embargo, es necesario ordenar, lo cual sólo es
posible a través de la mente (Lévi-Strauss citado en Moragón Martínez;
2007:10). El pensamiento salvaje introduce un principio de orden al universo, a
través de una clasificación rigurosa de todos los elementos que recibe de la
percepción sensible (Gómez García; 1981:165), lo que permite realizar una
reordenación y estructuración en la mente, de todos los estímulos que recibe de
los órganos de los sentidos. El pensamiento salvaje, funciona mediante una
lógica clasificatoria que somete los acontecimientos contingentes concretos
externos, estableciendo relaciones necesarias y ordenamientos globales; impone
formas constantes a términos variables y heteróclitos, configurando sistemas de
clasificación (Gómez García; 1981:165). Todo conocimiento que ostentan los
seres humanos se construye por intermedio de la sensibilidad, es decir a través
de los sentidos, sin embargo la realidad que percibe los seres humanos en
estado natural es transformada por el pensamiento salvaje. Este proceso de
clasificación, estructuración y ordenamiento de los estímulos recibidos por
parte de los órganos de los sentidos, no se va a llevar a cabo al azar, sino
que va a estar determinado por relaciones lógicas, que se encuentran en la
mente humana; “Esta lógica opera, un poco, a la manera del caleidoscopio:
instrumento que contiene también sobras y trozos, por medio de los cuales se
realizan ordenamientos culturales.” (Lévi-Strauss; 1997:61).
El
entendimiento del mundo sensible, se lleva a cabo primeramente a través de la
deducción empírica, es decir que a partir de la observación de la naturaleza se
infieren relaciones lógicas, que se van a presentar como base para determinadas
oposiciones binarias; es decir la naturaleza va a proporcionar el material que
posteriormente va a ser objeto de pensamiento, sin embargo, solamente va a
conservar un número reducidos de los elementos que recibe por parte de los
órganos de los sentidos y estos a su vez van a ser expresados en pares de
oposiciones (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:166). Las
condiciones naturaleza para los seres humanos se transforman en objeto de
pensamiento, sin embargo, el ser humano no logra aprehenderlas tal cual son,
sino más bien lo que hace es codificar sus características en pares de
oposiciones; los órganos de los sentidos, nunca reciben una imagen fiel de lo
que sucede en la naturaleza, ni tampoco nos muestra las verdaderas cualidades
de los fenómenos, sino más bien lo que hace es transmitir ciertas
características de los fenómenos a través de oposiciones binarias. El ojo
humano, no recibe nunca una imagen fiel de los objetos del mundo sensible, sino
más bien lo que hace es codificar sus características en sistemas de
oposiciones binarias como pueden ser, oposición entre movimiento y reposo,
presencia o ausencia de color, cambios en claridad u oscuridad, objetos de
perfiles positiva o negativamente curvos, sentido del movimiento (Lévi-Strauss.
Citado en: Gómez García; 1981:187). Una vez que el cerebro recibe esa
información, la mente humana realiza una síntesis estructural, reconstruyendo
así, una realidad que nunca fue percibida tal cual se presenta en la
naturaleza; la función analítica corresponde al cerebro, sin embargo, lo que
éste procesa proviene del material proporcionado tanto por los órganos
visuales, así como también los del oído y el olfato (Lévi-Strauss. Citado en:
Gómez García; 1981:187).
Las operaciones
dirigidas por los sentidos, tienen un aspecto intelectual en el sentido que,
los datos externos de origen geológicos, botánicos, zoológicos, etc., no son
aprehendidos en sí mismo, sino más bien son producto de la acción conjunto de
los sentidos y del entendimiento (Lévi-Strauss citado en: Gómez García;
1981:187). En este sentido, tenemos que el pensamiento no se articula
directamente en el mundo sensible, entre uno y otro se interpone procedimientos
analíticos que anticipan la actividad cerebral y operan en la retina misma
(Lévi-Strauss; 2000: 613). En este sentido, tenemos que el entendimiento humano
nace a partir de una relación dialéctica entre el cerebro y las condiciones
medioambientales, los cuales se prestan a múltiples elaboraciones, que los
encontramos reflejados en los múltiples sistemas culturales, por lo tanto,
tenemos que aunque el cerebro humano opera mediante lógicas deterministas, éste
no genera por sí solo los sistemas culturales, sino más bien estos sistemas son
productos de una relación entre el cerebro, los órganos de los sentidos y las
condiciones medioambientales (Gómez García; 1981:60). Los seres humanos no
experimentan las condiciones naturales tal cual son, sino más bien es el
cerebro junto con los órganos de los sentidos las que las define y les dan un
sentido.
El pensamiento
salvaje funciona mediante una lógica clasificatoria: va clasificando todo lo
que recibe del mundo exterior a través de permutaciones y contrastes hasta
formar estructuras de oposiciones binarias, “Este último se define en función
de una axiomática implícita por la cual toda clasificación procede por parejas
de contrastes: se detiene uno en la clasificación, solamente, cuando llega el
momento en que ya no es posible oponerse.” (Lévi-Strauss; 1997:315). Los
estímulos naturales, captados a través de los sentidos sufren un proceso de
segmentación a través de variaciones diferenciales, es decir se produce un
proceso de clasificación, el cerebro las articula en oposiciones de tipo
binario, hasta que logra delinear un sistema completo basado en diferencias y
oposiciones (Gómez García; 1981:65). Las condiciones naturales para los seres
humanos se convierten en objeto de pensamiento, éste las reduce a conceptos
para después desprender de ellas un sistema que nunca va a estar predeterminado
(Levi-Strauss; 1997:192).
Las oposiciones
binarias van a formar estructuras totalmente coherente, que van a servir de
base para la formación de sistemas de significados. Con estos sistemas de
significados el mundo y la naturaleza y todas las acciones que van a realizar
los seres humanos van a tener significado y van a estar mediadas con un fin. En
este sentido los seres humanos no solamente van a adquirir conocimiento acerca
del mundo y la naturaleza, sino también vamos a estar en presencia de un primer
estado de consciencia. Desde el momento en que el mundo y la naturaleza se
vuelven significativos para los seres humanos, todas las cosas y fenómenos de
la naturaleza van a ser reconocidos y el ser humano va a tener conocimiento de
lo que son y de lo que significan, es decir van a empezar a tener consciencia
del mundo y de la naturaleza, sin embargo, solo van a ser consciente de los
significados mientras que todo el proceso anterior de codificación y
clasificación de la naturaleza, así como las estructuras de oposiciones
binarias, va a estar a un nivel inconsciente. Es así cómo vamos a estar en
presencia de un primer estado de consciencia:
La conciencia es, en principio, naturalmente,
conciencia del mundo inmediato y sensorio que nos rodea y
conciencia de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del
individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la
naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder absolutamente
extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que la actitud de los hombres es
puramente animal y al que se someten como el ganado; es, por tanto, una
conciencia puramente animal de la naturaleza (religión natural). (Engels y
Marx; 1980:29).
Con los sistemas
de significados, los seres humanos van a empezar a conocer al mundo y a la
naturaleza, por lo tanto, toda acción humana va a obedecer a un fin, lo que les
va a permitir sobrevivir bajo un ambiente inhóspito para las características
biológicas del ser humanos. Los seres humanos no pueden sobrevivir solamente
valiéndose de su condición natural, ya que se encuentran desprovistos de
instintos que los guíen hacia la supervivencia, lo que implica que no podrían encontrar los materiales orgánicos e
inorgánicos destinados a cubrir sus necesidades ya que la naturaleza se les
presentaría como un ambiente inhóspito, pues los humanos poseen un organismo
desfasado, en el sentido que no está adaptado al ambiente en que se encuentran (Desiato;
2001:50). Sin embargo cuando cada acción significa algo y obedece a un fin y al
haber adquirido un estado de consciencia que les permitió conocer al mundo y la
naturaleza, fue posible adaptarse a estas condiciones medioambientales y poder
sobrevivir.
Las estructuras
de oposiciones binarias se transforman en sistemas significativos, es decir,
oposiciones como peligro/no peligro, bestia mala/bestia buena, huir/no huir,
alimento/no alimento; pueden empezar a significar vida/muerte, bueno/malo,
alegría/tristeza, placer/dolor, tranquilidad/angustia, etc.; de esta manera
bestia mala puede significar huir y, huir puede significar no-muerte, no muerte
puede significar alegría, alimento bueno puede significar tranquilidad, etc.;
todos funcionando bajo un sistema completamente cohesionado. En este sentido,
tenemos que en esta primera etapa de la humanidad las acciones humanas van a
estar guiadas por los significados de vida, muerte, bueno, malo, alegría,
tristeza, etc. De esta manera, el sistema de significados permitió que el ser
humano se adaptara y sobreviviera bajo un ambiente inhóspito. Las demás
especies animales también poseen unas estructuras de oposiciones binarias, sin
embargo no pueden ni darle significados ni tampoco, adquirir consciencia en
base a estas estructuras binarias como lo hace el ser humano. Sin embargo
sobreviven porque tienen un organismo adaptado a las condiciones naturales. El
ser humano no posee un organismo adaptado a las condiciones naturales pero al
adoptar un sistema de significado, es que pudieron sobrevivir en esta primera
etapa de la humanidad. Este fue el primer salto del ser humanos hacia un estado
de cultura y representa el primer momento en que los seres humanos se separan
de los demás animales.
Aunque los
sistemas de significados les hayan permitido a los seres humanos conocer y
adaptarse a la naturaleza, sin embargo los seres humanos aún no pueden ni
expresar, ni tampoco transmitir estos significados ya que no poseen los
significantes para poder expresarlos; en esta primera etapa la comunicación
estaba basado en señales y la cultura y el individuo social no existía. Cuando
el mundo y la naturaleza se vuelven significativos para los seres humanos,
éstos deben encontrar los significantes que les permitan expresar y transmitir
estos significados. Sin embargo, “El proceso intelectual que permite
identificar ciertos aspectos del significante y ciertos aspectos del
significado unos por relación a otros (...), no se puso en camino sino muy
lentamente.” (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173). Los
significados van a permanecer trabados por cierto tiempo ya que los seres
humanos no saben que símbolos usar para representarlos; el mundo para los
humanos se hizo y de forma súbita, significativo aun sin saber lo que
significaba (Lévi-Strauss. Citado en: Gómez García; 1981:173).
Hay, por tanto, en la historia del espíritu humano una oposición fundamental
entre el simbolismo marcado por la discontinuidad y el conocimiento marcado por
la continuidad.” (…). “Todo ocurrió como si la humanidad hubiera adquirido, de
un solo golpe, una inmensa propiedad y su plan detallado, así como el
conocimiento de su relación recíproca, pero hubiera necesitado millones de años
para aprender qué símbolos determinados del plan representaban los diferentes
aspectos de esa propiedad.” (Lévi-Strauss; 1979:39).
Claude
Lévi-Strauss (Citado en: Fages; 1974:67) expresa que el hombre en su empeño por
conocer el mundo, goza de un excedente de significante con relación a los
significados, que posteriormente son distribuidos de acuerdo a las leyes del
pensamiento simbólico. Es decir, el proceso de adecuación de significado y
significante, no va a ser un proceso al azar sino que va a estar determinados
por leyes de correspondencias, es decir deben estar completamente cohesionados
con las estructuras de oposiciones binarias dentro de relaciones lógicas
formando sistemas simbólicos. El pensamiento simbólico surge de ese excedente
de significante, en el que se disciplina parcialmente, haciendo coincidir
significante y significado, “Su ambición es estructural en el sentido de que
sus significantes, tienden a una correspondencia lo más exacta posible con los
significados, los contenidos, y a las delimitaciones de estos últimos.” (Fages;
1974:67). De esta manera, surge el sistema significante en simultaneidad con el
significado, como dos bloques complementarios entre sí (Lévi-Strauss. Citado
en: Gómez García; 1981:173). Es a partir de este momento, cuando los seres
humanos abandonan el estado de naturaleza y pasan al estado de cultura, en el que
los seres humanos no solamente van a expresar los significados sino también los
van a transmitir de generación en generación a través de un nuevo sistema de
comunicación y cohesión social basado en signos y símbolos, en el que no
solamente vamos a tener el nacimiento de la cultura, sino también del individuo
social y de las sociedades. El ser humano abandona el estado de naturaleza
y pasa al estado de cultura con el pensamiento simbólico:
El pensamiento simbólico (mágico, mítico, totémico, poético, estético, lúdico)
aborda el mundo físico de modo «supremamente concreto», fijándose en las
cualidades sensibles; tras postular un determinismo global, se aplica sobre un
universo instrumental finito, cerrado, limitándose a reorganizarlo mediante
permutaciones -especie de «bricolage» o arte de chapucería-; opera con signos
sensibles, es decir, a base de «conceptos sumergidos en imágenes», síntesis
intermedia de imagen y concepto, idóneos para significar; se sitúa, así, en el
orden de la metáfora, en discontinuidad con lo real, configurando la
inteligencia del mundo real por analogía con una previa imagen del mundo;
practica, en fin, una «filosofía de la finitud» (PS, p. 353/386) Y funda una
ciencia concreta, que alcanza un tipo de saber positivo en el plano de lo
sensible: las artes básicas de la civilización surgidas en el neolítico. Sus
resultados efectivos son casuales, pero frecuentes; y sus errores son
imputables más a fallos en la identificación de los elementos significantes, a
la inadecuación entre significante y significado, que no a los principios
lógicos utilizados. (Gómez García; 1981:171).
La adecuación
de significado y significante, no solamente va a permitir que los humanos
expresen y materialicen los significados a través de signos y símbolos, sino
que además, al estar determinados por las estructuras de oposiciones binarias y
regidos por la lógica del pensamiento salvaje, estos signos y símbolos va a
estar distribuidos en sistemas simbólicos. Es decir, oposiciones binarias como
pueden ser bueno/malo puede ser expresado como Dios/diablo, sagrado/profano,
santo/pecador, cielo/infierno, recompensa/castigo, etc. que en conjunto forman
un sistema diagramático que se materializa y permite que exista la religión en
una sociedad. De igual manera las oposiciones bueno/malo también pueden
originar otros tipos de sistema, ya que existen significados que se pueden
expresar con más de un significante (esto es lo que se conoce como significado
flotante), con lo cual una cultura no solamente expresa lo bueno/malo a través
de la religión sino también con otros sistemas. Los mismo ocurre con las
oposiciones alegría/tristeza, placer/dolor, tranquilidad/angustia, bonito/feo,
rico/pobre, progreso/atraso, etc., cada una de estas oposiciones van a ser
expresados a través de significantes los cuales van a ir formando múltiples
sistemas de signos y símbolos que se encuentran en la mente humana y van a
permitir dar vida a todo tipo de creencia, mitos, ritos, creencias, costumbres,
modos de vida, y toda clase de pensamiento y expresión humana, que van a ser
transmitidos de generación en generación. De esta manera la cultura se nos
presenta como como:
La cultura puede considerarse como un conjunto de sistemas simbólicos que
tienen situados en primer término el lenguaje, las reglas matrimoniales, las
relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión. Estos sistemas tienen
como finalidad expresar determinados aspectos de la realidad física y de la
realidad social, e incluso las relaciones de estos dos tipos entre sí, y la que
estos sistemas simbólicos guardan los unos frente a los otros. El que no lo
consigan de una forma totalmente satisfactoria y, sobre todo, equivalente, es
primeramente resultado de las condiciones de funcionamiento propias de cada
sistema, además de que la historia coloca en estos sistemas elementos extraños,
al mismo tiempo que produce trasplantes de una sociedad a otra y diferencias de
ritmo de evolución en cada sistema particular. (Lévi-Strauss; 1979:20).
Detrás de todo
pensamiento, creencia, mito, rito, religión, modo de vida, costumbre y toda
expresión y comportamiento humano, subyace un sistema simbólico inconsciente
que determina su materialización y existencia. Dentro de las culturas subyacen
estructuras compuestas de signos y símbolos que funcionan a modo de sistema, y
es esta organización sistémica lo que les da vida: “Los contenidos empíricos,
los objetos, símbolos y personajes que aparecen no significan por sí mismo sino
que se vuelven significativos dentro del sistema de relaciones o estructura que
revelan.” (Gómez García; 1981:131). Aquello que expresa la cultura a nivel
superficial, no es más que el reflejo de una serie de mecanismos fijos que se
hallan en un nivel estructural, cuyos mecanismos se encuentran perfectamente
ordenados, formados por elementos que combinados entre sí dan lugar a las
diferentes expresiones culturales. En este sentido, tenemos que en estos
sistemas, lo importante no van a ser los signos sino más bien cómo están
combinados, ya que los signos y símbolos sólo pueden tener significado y
ejercer funciones siempre y cuando pertenezcan a sistemas, regidos por leyes
internas (Lévi-Strauss; 1987:35). De esta manera, los sistemas simbólicos no
solamente van a permitir expresar los significados, sino que además a partir de
la manera en cómo se encuentren ordenados, además de cumplir funciones van a
generar sentido. La vida humana y todo lo que realizan los seres humanos tienen
sentido, sin embargo, se encuentra a un nivel inconsciente; los seres humanos
sólo son conscientes de los significados; “Las grandes manifestaciones de la
vida social tienen en común con la obra de arte el hecho de nacer al nivel de
la vida inconsciente…” (Lévi-Strauss; 1988:125).
En las culturas
subyace una instancia objetiva y universal, con leyes estructurantes que rigen
todos los sistemas de representaciones, significado, sentido, estados afectivos
y pensamiento expresado por cada individuo, cultura y sociedad. Las costumbres
son impuestas externamente y anteceden los sentimientos internos y cómo podrán
y deberán manifestarse las emociones, según Lévi-Strauss responde al
funcionamiento de las estructuras lógica inconscientes (Gómez García;
1981:54). La cultura actúa sobre el individuo modelando su conducta, pero
de manera inconsciente, los motivos por el cual se practican las tradiciones
culturales permanecen inconscientes al individuo; la afectividad no es causa
sino efecto. La cultura va a cohesionar a los individuos imponiéndoles, normas,
reglas, valores morales, costumbres, ideas, modos de vida. Todas las sociedades
moldean a los individuos, imponiéndoles, no solo normas, reglas y valores
morales, y acerca de lo que es bueno y malo tanto para la sociedad como para
los individuos; de esta manera, tenemos que la sociedad cohesiona a los individuos
imponiendo ciertos valores, creencia, costumbres, modos de vida y
comportamiento;
Y, en el fondo, esto es lo que de tan singular tiene el concepto de coerción social,
pues todo lo que implica es que las maneras colectivas de actuar o de pensar
tienen una realidad fuera de los individuos, los cuales se ajustan a ella todo
el tiempo. Son cosas que tienen una existencia propia. El individuo las
encuentra ya formadas y no puede hacer que no sean o que sean de un modo
distinto a como son; está, pues, obligado a tomarlas en cuenta, y tanto más
difícil (aunque no decimos imposible) es para él modificarlas cuanto que, en
grados diversos, participan de la supremacía material y moral que la sociedad
tiene sobre sus miembros. (Durkhein; 2001:30).
Los sistemas
simbólicos no solamente van a determinar toda conducta y expresión humana, sino
también estos sistemas simbólico van a generar relaciones sociales que se van a
combinar entre sí para formar las estructuras sociales. La sociedad no se
define solamente como un conjunto de individuos organizados para su
supervivencia, sino también implica toda una organización estructural no
empírica, en el que encontramos las estructuras económica, política, jurídica e
ideológica que se encuentran articulas entre sí, retroalimentándose unas con
otras. El funcionamiento de cada una de estas estructuras va a estar
determinado por los sistemas simbólicos. En las sociedades encontramos
relaciones de parentesco, relaciones de producción, relaciones económicas, relaciones
de poder, leyes, normas, educación, etc., que van a utilizar estructuras
sociales para perpetuarse y poder funcionar. Sin embargo, estas relaciones y
estructuras sociales funcionan a partir de ideas, creencias, valores, normas,
acerca de cómo deben funcionar las cosas, que determinan el funcionamiento de
las relaciones y estructuras sociales. Todo ese conjunto de ideas, creencias,
valores, normas, etc., emanan del sistema simbólico. De esta manera la
economía, la política y el sistema jurídico, y la manera en cómo funciona una
sociedad está determinado y su funcionamiento dependen de la cultura de una
sociedad.
Llegado a este
punto podemos saber cómo fue el proceso de formación de la consciencia, de la
cultura, de la sociedad y de los individuos y qué determinó que el ser humano
sobreviviera, se adaptara y dominara una naturaleza inhóspita para sus
condiciones físico-biológicas limitadas, y cuál es la diferencia de los seres
humanos con los demás animales que les permitió formar a las grandes civilización.
Sin embargo, al remontarnos al principio de este escrito notamos que todo este
proceso fue gracias a la formación de un orden sobreimpuesto al mundo y a la
naturaleza, lo que nos habla de una realidad arbitraria, que no es objetiva,
sino que fue construida con retazos de pensamiento que el ser humano iba
encontrando y les era proporcionado por los órganos de los sentido a la manera
de un bricolaje (ver cap.1: La ciencia de lo concreto. En Lévi-Strauss, C.
(1997). El pensamiento salvaje. Bogotá: Fondo de cultura
económica.), codificando sólo ciertas características de los fenómenos
naturales, sin lograr aprehender todas sus cualidades. El pensamiento salvaje
crea un orden totalmente arbitrario en torno a las condiciones naturales que no
son aprehendidas tal cual son, en este sentido, tenemos que la cultura se nos
presenta como un orden sobreimpuesto a las condiciones naturales; la cultura no
nos presenta a la naturaleza tal cual es y funciona a través de signos
arbitrarios. De esta manera lo que los seres humanos consideran hechos reales,
en realidad no es así, ya que la cultura no nos muestra las verdaderas
cualidades y naturaleza de los fenómenos y opera mediante mecanismos
inconscientes que determinan toda expresión y comportamiento humano; el individuo
sólo es consciente de los significados. En este sentido, la cultura se nos
presenta como una instancia alienable que opera mediante mecanismos
inconsciente para los individuos. Los individuos conscientes no tienen dominio
de sus pensamientos, ni expresiones, ni acciones porque incluso el acto
individual no solamente está determinado por la cultura, sino además la acción
individual encuentra un origen en un inconsciente pulsional que determina las
emociones de las acciones individuales (Ver Sigmund Freud. Obras completa:
conferencia Introducción al psicoanálisis. Buenos aires: Amorrortu editores.). Todo
está determinado por la lógica del pensamiento salvaje, el cual escapa de la
consciencia del ser humano y es en dónde está el origen de la cultura, la
sociedad y los individuos.
El pensamiento
salvaje es la base del pensamiento simbólico. Gracias al pensamiento simbólico
es que tenemos cultura y sociedad y es lo que le da sentido y significado a
todo lo que hace el ser humano, todo basado en una realidad arbitraria,
subjetiva y sobreimpuestas a las condiciones naturales que no nos muestras sus
verdaderas cualidades y naturaleza. Sin embargo, el ser humano ha podido
desarrollar otra clase de pensamiento que se desarrolló a la par del pensamiento
simbólico, y a diferencia de éste último, no va a operar con signos sino con
conceptos, no aborda al mundo de forma concreta, sino abstracta, no crea
estructuras a través de hechos concretos, sino más bien crea hechos concreto a
través de estructuras. De esta manera, a través de un proceso de abstracción de
la realidad concreta, nos va a mostrar la verdadera realidad que subyace a
todos los fenómenos de la naturaleza. Nos referimos al pensamiento
científico:
El conocimiento científico, en cambio, aborda
el mundo físico de modo «supremamente abstracto», buscando las propiedades
formales, reales; procede distinguiendo niveles, e interroga constantemente al
universo entero, en actitud de apertura sin límites prefijados; opera mediante
conceptos inteligibles; se sitúa en el orden de la metonimia, en continuidad
con lo real; constituye una ciencia abstracta, que logra un tipo de saber
positivo, en el plano de lo inteligible: ciencias y tecnologías modernas. Sus
resultados se caracterizan por la necesidad. (Gómez García; 1981:171).
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