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martes, 27 de septiembre de 2016

RELACIONES DE PODER, ESTRUCTURA POLÍTICA, SOCIEDAD Y CULTURA (II)

El poder como una estrategia: del ejercicio del poder a la coacción de los individuos  

    El poder se materializa a través del dominio de unos sobre otros, sin embargo, no debe ser considerado como una dominación masiva ni homogénea de un grupo de personas sobre otros, ya que no es algo dividido entre los que lo detentan exclusivamente y los que deben obedecer; el poder es algo que circula, es algo que funciona en cadena, no está localizado, ni tampoco en las manos de nadie, ni tampoco es un atributo (Foucault; 1980:144). En este sentido, las relaciones de poder va a ir más allá de una relación entre dominantes y dominados, en el que los primeros imponen su voluntad a los segundos. Por lo tanto,  no van a ser el triunfo de los que lo detentan e imponen su voluntad a todos los individuos, ya que el poder funciona a través de una organización reticular, en donde los individuos no solamente circulan por esas redes de poder, sino que además de sufrir su dominio también pueden ejercerlo, por lo que no va a estar  concentrado en los individuos sino más bien transita de forma transversal (Foucault; 1980:144), ni tampoco va a estar localizado en aquellos que lo detentan o son sus poseedores. En este sentido, el poder se nos presenta como un fenómeno social que circula por todos los miembros de la sociedad:

Este poder, por otra parte, no se aplica pura y simplemente como una obligación o una prohibición, a quienes "no lo tienen"; los invade, pasa por ellos y a través de ellos; se apoya sobre ellos, del mismo modo que ellos mismos, en su lucha contra él, se apoyan a su vez en las presas que ejerce sobre ellos. Lo cual quiere decir que estas relaciones descienden hondamente en el espesor de la sociedad, que no se localizan en las relaciones del Estado con los ciudadanos o en la frontera de las clases y que no se limitan a reproducir al nivel de los individuos, de los cuerpos, unos gestos y unos comportamientos, la forma general de la ley o del gobierno; que si bien existe continuidad (dichas relaciones se articulan en efecto sobre esta forma de acuerdo con toda una serie de engranajes complejos), no existe analogía ni homología, sino  especificidad de mecanismo y de modalidad. (Foucault; 2002: 26).

     Las relaciones de poder se nos presenta como el resultado de una relación social, entre dominantes y dominados en el que estos últimos transfieren el poder hacia los primeros, quienes no van a ser sus poseedores, sino más bien lo van a ejercer. En este sentido, el poder no va a ser algo que posee los que los que lo detentan, ya que no es una propiedad, sino más bien es producto de ciertos dispositivos que les permite funcionar a cabalidad (Foucault. citado en: Ávila Fuenmayor; 2006:226). Por lo tanto, el poder no va a ser aprehensible (no se almacena, ni se acumula), sino más bien va a brotar de las relaciones sociales y se va a difundir por todas ellas (Vallé; 2007:32). La aplicación del poder no va a ser una renuncia a la libertad, sino más bien la manifestación de un consentimiento, en el sentido que va a ser producto de una transferencia de derechos al delegar hacia unos pocos el poder de actuar sobre ellos (Foucault; 1991:83). Una de las condiciones que se nos presenta en todas las relaciones de poder, es el consentimiento de unos a ser dominados por otros, sin embargo, sólo se acepta esta dominación cuando es producto de una transferencia del poder, el cual se manifiesta por medio del consentimiento:

                Se nos dice «ven», y vamos. Se nos dice «vete», y nos vamos; obedecemos al recaudador, al policía, al sargento. Eso no significa seguramente que nos inclinemos ante esos hombres, sino ante sus superiores, a pesar de que, como sucede a menudo, despreciemos sus caracteres y sospechemos de sus intenciones. (de Jouvenel; 2011:18).

     El poder en una sociedad se encuentra diseminado, encontrándolo tanto en los policías, fiscales, jueces, magistrados, primer ministro, presidente, etc., sin haber diferencias entre ellos, ya que todos ejercer un poder que no les pertenece y que además lo ejercen a través de determinadas pautas y leyes que son impuestas por la mismas condiciones que permiten que ellos ejercen el poder. Aunque existan personas que son elegidas de forma representativa y que se presentan semejantes a los gobernados, sin embargo, desde el momento en que ejercen el poder adquieren una voluntad y carácter distintos, en el sentido que las personas al ejercer el poder deben hacerlo siguiendo normas y pautas establecidas; “Las personas a las que se dirige el soberano están obligadas a cumplir la orden que se les da, no por el contenido de esta orden, sino porque emana de una voluntad superior por naturaleza a su propia voluntad.” (de Jouvenel; 2011:50). Por lo tanto, el poder lo puede ejercer el gobierno que toma decisiones, el partido político (que controla al gobierno), diputados (que aprueban leyes), un medio de comunicación (que puede provocar la dimisión de un políticos), asociación patronal (que puede provocar la aplicación de una política económica a su favor), una organización religiosa (puede incidir en la aprobación o no de determinadas leyes), etc. (Vallé; 2007:33). El poder lo encontramos en todos los ámbito de la vida social.

     El poder al estar diseminado dentro de una sociedad, implica que en cada rincón de ésta vamos a encontrar ejercicios de poder. Es así como vamos a estar en presencia de micropoderes que se difunden por toda la sociedad formando un panoptismo o una especie de ciudad carcelaria, que en conjunto dan cuentan del aparato del Estado (Foucault; 1980:118). Esta red de micropoderes, estaría formada por las escuelas, hospitales, casas de corrección y de educación, junto con una policía centralizada que ejerce una vigilancia permanente y exhaustiva; “A través del panoptismo apunto a un conjunto de mecanismos que operan en el interior de todas las redes de procedimientos de los que se sirve al poder.” (Ibídem). El panoptismo, lo encontramos, en un primer nivel en las escuelas, cuarteles y hospitales (psiquiátricos), y en su vigilancia permanente de estos grupos llevado a cabo por el aparato policial y de Estado quienes vigila los desórdenes, criminalidad y desviaciones; “El panoptismo no ha sido confiscado por los aparatos de Estado, pero éstos se han apoyado sobre esta especie de pequeños panoptismos regionales y dispersos.” (Ibídem). De esta manera al estar el poder difundido a través de micropoderes que van desde la escuela, cuarteles y hospitales, hasta el aparato policial y judicial, tenemos que los mecanismos de poder, no debe limitarse solamente a las instituciones del Estado, ya que el poder circula y no lo encontramos localizado solamente en el Estado: “De hecho, el poder en su ejercicio va mucho más lejos, pasa por canales mucho más finos, es mucho más ambiguo, porque cada uno es en el fondo titular de un cierto poder y, en esta medida, vehicula el poder.” (Foucault; 1980:119).

     A pesar que el poder no es una cosa que se tiene o se posee, sin embargo, necesariamente va a ser ejercido por un grupo de personas quienes van a ser los encargados de ejercer y aplicar el poder sobre los individuos; “Hoy como siempre, el Poder lo ejerce un puñado de hombres que controlan la «sala de máquinas». Este grupo constituye lo que se llama el Poder, y su relación con los hombres es una relación de mando.” (Jouvenal; 2011:16). Este grupo de personas quienes que van a ser los encargados de ejercer el poder, no van a llegar a esa posición por ser los más capacitado para ese tipo de funciones, sino más bien va a ser motivado por los recursos que poseen que les permiten situarse en determinadas posiciones estratégicas que les permite ejercer el poder. De una u otra forma, el control de determinados recurso, sitúa a algunas personas en situaciones estratégicamente más ventajosas que otra para así poder ejercer el poder (Vallé; 2007:33). De esta manera, el poder se nos presenta como un recurso, por lo tanto debemos preguntarnos qué posiciones facilitan los recursos que permiten ejercer el poder político. Cuando se habla del poder como recurso, estamos hablando del recurso económico (que permiten recompensar o penalizar los actos de otros); los recursos de coacción (la facultad de anular o limitar la libre decisión de los de más); los recursos simbólicos (capacidad de explicar la realidad social controlando la información, cultura, religión, derecho) (Vallé; 2007:33).  

     Aunque el poder no es la posesión de ningún grupo dominante, sino más bien va a estar difundido y va a brotar de las relaciones sociales, sin embargo, no debemos olvidar que el poder es ante todo una relación de fuerza, dominio, coacción y represión hacia los individuos; “El poder se identifica especialmente con la capacidad de imponer límites y privaciones a la capacidad de decisión de los demás, obligándoles a conductas no queridas por ellos.” (Vallé: 2007:33). De esta manera cuando el poder se nos presenta como un recurso utilizado por aquellos que ejercer el poder, éste último se nos presenta como una coacción y represión hacia los individuos. Cuando  se poseen los recursos que permiten ejercer el poder, este va a ser aplicado como una coacción, imposición y represión por parte de los individuos que ejercer el poder hacia los demás. Los que ejercer el poder son los encargados de aplicar la fuerza y la represión hacia todos los individuos  y éste poder a su vez lo encontramos materializado en el poder político;  “Es esta capacidad de propuesta y de impulsión, de resistencia y de bloqueo la que revela la existencia de poder político en manos de unos determinados sujetos sociales.” (Ob. Cit. 34). De esta manera, la cuestión política va a girar en torno a cómo apoderarse del poder y cómo administrarlo, es decir: “…echando mano de él como quien administra una sustancia que se tiene almacenada en algún deposito.” (Vallé; 2007:31).


     El poder al ser ejercido necesariamente por un grupo de persona, puede ser usado como una estrategia por parte de estos grupos, quienes pueden ejercerlo para lograr determinados objetivos a su favor. De esta manera, el poder se nos presenta como una estrategia usada por los grupos que al estar bien situados están en condiciones de ejercerlo. En este sentido, quien detenta el poder, lo maneja como instrumento aplicándolo sobre los demás con el fin de obtener determinados resultados. De esta manera, los grupos dominantes pueden adueñarse del poder y utilizarlo para sus propios beneficios;  “No tarda en revelarse la aniquiladora enormidad del Poder. Creen que ellos lo han construido, pero no es así. Únicamente lo detentan.” (Jouvenal; 2011:16). El poder va a ser instrumento que se aplica sobre otros para lograr determinados objetivos, por lo que va a ser utilizado con el fin de originar ciertos resultados favorables para un determinado sector a partir del dominio que ellos aplican, lo cual se materializa no solamente a través de la imposición y el predominio de los primeros, sino también la aceptación y acatamiento de los segundos. El poder no es una propiedad, sino una estrategia, sus efectos de dominación no obedecen a una apropiación sino a unas disposiciones, a unas maniobras, a unas tácticas, a unas técnicas, a unos funcionamientos, unidos a una red de relaciones sociales; este poder se ejerce no se posee, tampoco es el privilegio de unos pocos, sino más bien el efecto de sus posiciones y que a su vez se acompaña con la posición de aquellos que son dominados (Foucault; 2002: 26). 

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